En el editorial del periódico La Nación del pasado 4 de enero se plantean los retos de la economía nacional para el presente año.
Me parece interesante abrir una discusión sobre algunos de los temas mencionados en dicho editorial. Me llama mucho la atención que el editorialista se siente conforme con un crecimiento para el año 2015 muy por debajo de lo que ha sido la tendencia histórica en las últimas décadas.
Tasa de crecimiento. La tasa de crecimiento promedio ha sido aproximadamente de un 4,5% y el crecimiento que potencialmente podría tener nuestra economía anda alrededor del 5,5%, o un poco más. Incluso en el bienio 2007-2008 la tasa de crecimiento fue superior al 8%.
Durante el año 2015, difícilmente habremos llegado a una tasa de crecimiento del 3%, esto es casi la mitad de lo que debería estar creciendo el sistema productivo nacional, y esta es fuente de otros problemas derivados que enfrenta nuestra economía. Este debilitamiento se manifiesta en los tres últimos años.
Obviamente, con un crecimiento tan débil en la producción no se generan las fuentes de trabajo que todos deseamos. La tasa de desempleo abierto se ha mantenido muy cercana al 10%, pero esto ha sido principalmente porque ha aumentado el empleo informal, fenómeno que no es deseable desde ningún punto de vista.
Empleo informal. El empleo informal ya es equivalente al 45% del empleo formal, cuando hace pocos años apenas superaba el 30%. Pienso que este bajo crecimiento será difícil que vaya a variar en el transcurso del año presente y es la debilidad mayor que tiene la economía nacional.
Da tristeza ver que en el ámbito centroamericano, cuando hasta hace poco tiempo fuimos líderes, ahora somos la segunda economía con el menor crecimiento durante el 2015. Tan solo superamos a El Salvador, economía estancada desde hace varios años.
Déficit. También me llamó poderosamente la atención la forma como el editorialista toca el tema de la situación fiscal. Mucho se comenta sobre el déficit del Gobierno Central, pero poco se habla sobre el verdadero problema fiscal que enfrenta Costa Rica. El problema más delicado no es el déficit sino la deuda pública que ha venido acumulándose durante muchos años.
Deuda pública. En Costa Rica los adeudos de las instituciones públicas representan el 63% (y 44% solo el Gobierno Central) del producto interno bruto (PIB) y esa es una carga que no va a aliviarse a corto plazo, ni siquiera con una reforma fiscal profunda. Posiblemente nos tomará, fácilmente, unos 10 años ir reduciendo la deuda pública a un nivel mucho más razonable. El presidente del Banco Central sí está consciente de que este es el verdadero problema fiscal.
El editorialista toca suavemente el tema y deja entrever que no habrá un problema delicado en el 2016. Esto es muy serio porque se sabe que el Gobierno no tiene todavía la forma de deuda pública que usará para financiar el faltante fiscal.
Tipo de cambio. También me llamó la atención el comentario tan superficial sobre el tipo de cambio. Creo que la estabilidad cambiaria en los últimos tiempos se debe a factores muy coyunturales que difícilmente podrán mantenerse a mediano plazo. Sin duda esta estabilidad cambiaria, que muchos colegas economistas alaban, es, según mi manera de ver, otro problema delicado que Costa Rica enfrenta. Hace 50 años o más los países buscaban estabilidad cambiaria. Hoy casi ninguna nación busca rigidez en el precio más importante de una economía abierta.
En nuestro caso esta frágil estabilidad se ha logrado, en buena medida, por un endeudamiento público y privado muy fuerte en los últimos años. O sea, estamos logrando la estabilidad a cambio de endeudarnos, y eso tarde o temprano nos va a reventar.
Mientras los principales competidores con los que nuestro país debe enfrentarse comercialmente han tenido ajustes significativos en la tasa de cambio durante el último año, como es el caso de Colombia, México, Perú, Chile y desde luego Brasil, en nuestro país el tipo de cambio más bien se ha apreciado levemente.
Esto no solo le resta competitividad comercial a nuestro proceso exportador, pero más importante aún, es que está poniendo en peligro la producción que se realiza para el mercado interno.
Desde mi perspectiva, este es otro problema delicado que el país enfrentará en el año 2016. De mantenerse esa estabilidad cambiaria, se le puede estar causando un daño irreversible al sistema productivo nacional, tanto para las exportaciones como para el mercado local.
Paradójicamente, la estabilidad cambiaria limita un crecimiento mayor en la producción y no puede pretenderse aumentar la tasa de crecimiento con una moneda altamente apreciada en términos reales y desalineada de otras variables económicas. El tipo de cambio es un precio y como tal es un error mantenerlo fijo, como objetivo de la política económica.
Lo que algunos alaban como un gran logro, para mí es causa de los problemas del bajo crecimiento que tiene la economía nacional, la alta tasa de desempleo y, posiblemente, un recrudecimiento en los niveles de pobreza en nuestra sociedad.
Sin cambios. Con todo respeto, no veo acciones que tiendan a cambiar el rumbo que tuvo la economía nacional en el año 2015. Más bien siento que se van a profundizar algunos de los problemas.
Si seguimos manejando la política económica con los mismos criterios del pasado reciente no podemos esperar resultados diferentes. Seguiremos con una economía estable, pero no tanto como en el 2015.
Una producción nacional que crecerá muy por debajo del potencial que tiene la economía nacional. Un crecimiento adicional de la deuda pública que ya es alarmante y, en general, un debilitamiento de la estructura de la producción tanto para los mercados externos como para el mercado interno.
Mantener la estabilidad cambiaria por medio de endeudarse más en el exterior sería un serio error. Estamos a tiempo de hacer las correcciones apropiadas.
El autor es economista.