No importa cuán difícil sea regresar cuando se nos ha mandado al exilio, como los prisioneros liberados pero arrancados de su patria en estos días en Nicaragua.
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Como los tres simios: se calla el discurso para que no surjan nuevos; se tapan los oídos para no escuchar otras consideraciones y los ojos para negar lo que tenemos delante.
Defender nuestros privilegios no es otra cosa que menospreciar al otro por ser menos.