Cuando el 10 de septiembre del 2012, Hugo Chávez, como presidente de Venezuela, por intermedio de su ministro de Relaciones Exteriores, Nicolás Maduro, denunció la Convención Americana sobre Derechos Humanos, lo que el dictador venezolano estaba reflejando era la cada vez más fuerte presión de una larga lista de casos de violaciones a los derechos humanos que él y su gobierno habían cometido contra opositores, políticos, sindicalistas, empresarios, periodistas y ciudadanos.