Hace 150 años, el propio Johannes Brahms se paró al frente de la Catedral de Bremen, en Alemania, para dirigir su propia obra que cambiaría por completo el sentido de las misas musicales para difuntos.
Un réquiem alemán fue la obra que se develó en aquel momento, una composición que había llevado al maestro a sentarse durante más de una década para darle forma a su sufrimiento.
Tal trasfondo se rescata esta semana para la gran presentación que dará la Orquesta Sinfónica Nacional junto al Coro Sinfónico Nacional y otros invitados, en un concierto de temporada especial que tendrá a más de 160 artistas en escena.
Esta presentación, al igual que en su estreno, ocurrirá en una catedral: la de Alajuela. La producción, apta para todo público, es gratuita y es el tercer gran concierto que el ensamble presenta desde el año pasado (en junio del 2017 presentó Sinfonía n.º 2, de Mahler, en la Basílica de Santo Domingo de Heredia y el pasado junio interpretó Réquiem, de Verdi, en el mismo templo).
Un réquiem diferente
Brahms es muy claro con el título de la obra para aclarar intenciones: esta es una composición en memoria de alguien.
¿De quién se trata? Pues el largo tiempo de creación de la obra relata por sí mismo la historia.
El compositor alemán comenzó a escribir Un réquiem alemán en 1856 tras la muerte del también compositor Robert Schumman. El también crítico cultural fue un protector y padrino de vida de Brahms, así que la inspiración le empezaba a llegar al compositor por medio de la dolorosa nostalgia y la ruptura de su amistad ocasionada por la muerte.
Para 1865, otro duelo sacudiría la vida del autor, pues su madre Johanna fallecía y lo dejaba con la mente dando vuelta en círculos sobre la espiritualidad, el dolor humano, la compañía divina y la redención.
Estas dos figuras de vida quedaron literalmente presentes en su composición. En Un réquiem alemán, un barítono y una soprano aparecen casi como una representación de ambos personajes imprescindibles en la vida de Brahms, con intervención lírica en tres de los movimientos.
Para la presentación de este viernes, la soprano Pamela Armstrong y el barítono José Arturo Chacón serán parte del concierto con estos roles.
“Esta composición tiene una connotación muy espiritual, independientemente de las interpretaciones que se realicen”, señala Chacón," porque existe una atmósfera muy intensa, que inspira mucha paz. Lo importante es que en esta obra se pueda reunir a tantas personas para hacer algo especial, algo que conecte con personas independientemente de su credo. Es una conexión que va más allá".
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Las interpretaciones a las que refiere el barítono se deben a las diferentes revisiones que se han hecho de esta composición en estos 150 años de historia.
Para empezar, Brahms utilizó versículos de la Biblia Luterana para la composición de la obra (el hecho de haber tomado esta traducción es la que le da el título alemán al réquiem, aunque Brahms tiempo después aseguraría que hubiese preferido llamarlo Un réquiem humano).
Brahms –quien en algún momento se declaró agnóstico– construyó un hilo de pasajes bíblicos en los que sorprende una relativamente pequeña cantidad de menciones a la palabra “Señor”, algo atípico entre las usuales misas de difuntos.
La selección del compositor, que atraviesa el dolor y la compasión hasta llegar a la misericordiosa esperanza, se amalgamó a la perfección según su propio visionado (también muchos ensayistas señalan que el artículo Un en el título de la obra refiere a su propia interpretación de un réquiem) para que una catedral fuese el lugar propicio para interpretarla, con el aura religioso y la mística espiritual que convierte en aliados musicales a los templos.
“Y realmente estamos muy emocionados porque sabemos que tocarlo en la catedral va a conmover a la gente”, afirma el barítono Chacón. “En los ensayos hemos encontrado esa magia y todo suena increíble. La atmósfera de contemplación y meditación aparece con fuerza. Estamos muy emocionados”, agrega.
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Ser parte
La interpretación de Un réquiem alemán será este viernes 23 de noviembre a las 7 p. m. en la Catedral de Alajuela, ubicada detrás del Parque Central de la provincia. La entrada es gratuita.
El director titular Carl St. Clair estará al mando del la Orquesta Sinfónica Nacional, mientras que Marcela Lizano dirigirá al Coro Sinfónico Nacional. El cupo es limitado por la capacidad del templo.