La estrategia de la araña cuenta la historia de Ricardo Morúa, un hombre que contempla a una araña que teje, en una esquina de su habitación, una tela que se parece demasiado al mundo.
“Es una novela muy literaria en el sentido de que está alimentada de referentes literarios”, dice Soto. El principal referente es Ernesto Sabato; es, como las del argentino, una novela de ideas, de cuestionamiento filosófico y de preguntas.
La araña de la novela, como comenta el autor Guillermo Barquero, es una Araña-Dios. Atrapa a los insectos que caen en sus redes y controla sus minúsculos destinos. Morúa, personaje enigmático, se ve así dispuesto en el mundo.
“Encuentro que es una novela de búsqueda en todos los sentidos: de búsqueda forma, de búsqueda temática, de búsqueda de quién soy yo como autor”, considera su autor. Para Soto, puede verse como una novela de formación.
‘Es un momento de la vida, en torno a los 20 años, cuando el cúmulo de experiencias todavía no es tan grande como para que uno pueda referirse de manera prioritaria a sus observaciones o vivencias, como empieza a ocurrir en una etapa posterior de la vida, cuando has visto bastante de los otros y de vos mismo como para incorporar de manera más directa esas observaciones y vivencias como referente de lo que hacés’, considera Soto.
“Lo que tiene de atractivo, visto a la luz del tiempo, no es algo exclusivo de esta novela, sino de muchas obras de juventud: una rabia, una furia, una ambición que, mal que bien, me parece que es meritoria”, afirma Soto.
‘Expresa el desconcierto y la rabia de una juventud’, dice Soto. Quizás por ello encontró, en su época, resonancia. ‘Salvo algunos lectores jóvenes que sintonizaron con las inquietudes y la búsqueda estética que ahí se materializa, diría que con bastante indiferencia’, evalúa Soto.
Para Carlos Cortés, esta obra llegó “al final del camino” de un cierto tipo de novela latinoamericana: “Lo que podríamos llamar las preocupaciones existenciales en torno a cuál es el sentido de la vida, cuál es el sentido de las cosas”.
Cortés asevera que, en aquel momento, los lectores jóvenes que leyeron la obra de Soto la vieron como un “descubrimiento” de gran valor. Hoy, tras 29 años, subraya la primera dirección de Soto.