La demanda eléctrica, el cambio climático y el embalse Arenal son solo algunos de los factores que ponen en alerta al Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
No son variables que sufran cambios repentinos, y son bastante predecibles, pero cada una tiene efectos profundos en el sector eléctrico y, en particular, si se da una conjunción de ellas. El SEN tiene la responsabilidad de atender la demanda con la calidad, la continuidad, la fiabilidad y al costo que merece el consumidor.
Este verano la demanda se incrementó cerca de un 5 % en comparación con el año pasado. Es una buena noticia, y ojalá aumente aún más por su relación directa con el crecimiento económico y el empleo. A esto se debe sumar la expectativa de una economía descarbonizada, especialmente en el transporte, donde se concentra más de la mitad del gasto energético derivado del petróleo, y las industrias, por su consumo de búnker.
La variabilidad y el cambio climático inciden en el campo energético, en actividades como la agricultura y la ganadería y la disponibilidad de agua potable. La primera es una manifestación periódica de años secos o lluviosos, sobre la cual el país tiene un registro de muchas décadas. A su vez, el cambio climático es una exacerbación de la variabilidad climática, consecuencia de la actividad humana.
El país tuvo un período de siete años (2016-2022) durante el cual las condiciones fueron más húmedas de lo normal. Este 2023 el clima entró en una fase neutra o de transición y el verano fue más prolongado antes del efecto del fenómeno de El Niño. En síntesis, se prevé un invierno menos lluvioso que el promedio.
Los años 2024 y 2025 se pronostican secos, y, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el quinquenio 2023-2027 será el más caliente de la historia. Esto exige previsión en áreas climáticamente vulnerables, como la de la energía renovable.
Costa Rica tiene el respaldo del embalse Arenal. Sin embargo, este verano y hasta el mes de mayo, su nivel se redujo 10 metros. Según los registros del Cence, el embalse iniciará el verano del 2024 en 537 metros sobre el nivel del mar. Es posible que baje otros 10 metros en ese período y lo lleve a su mínimo de operación, lo que limitará sus funciones de respaldo.
Debido a una mayor demanda y al cambio climático en el verano, el complemento para la generación de energía llegó de la importación de electricidad y la producción térmica. En mayo, el costo de importación rondó los $0,35 por kWh; el térmico con búnker, los $0,18; y el térmico con diésel, los $0,28.
La forma en que se trasladan estos costos a los usuarios es por medio de la metodología denominada costo variable de generación (CVG), que posiblemente implique un incremento significativo en la tarifa eléctrica en el tercer trimestre.
Mientras esto ocurre, aún se mantienen desconectadas seis plantas eléctricas privadas de energía limpia y barata. La aportación de estas plantas habría paliado, parcialmente, el uso de térmico o de importación. Es fundamental que ingresen al sistema eléctrico de forma pronta para apoyar al embalse Arenal en su recuperación para el próximo verano.
El invierno dará las posibilidades de atender la demanda en los próximos meses, pero el siguiente verano y para los años venideros el país debe tomar previsiones desde ahora para tener una oferta eléctrica suficiente y oportuna.
Esto pasa por no tener un solo kW, público o privado, desperdiciado. Es necesario recontratar las plantas que están desconectadas. Además, el país debe incrementar la instalación de activos de generación, previendo los años secos que se avecinan.
El ICE empezó el proceso para recibir ofertas de energía solar y eólica. Estos deben ser rigurosos a fin de obtener las propuestas más serias y competitivas, que cubran los bloques de generación solicitados.
No solo Costa Rica tiene interés en instalar energía renovable. Hay una demanda muy grande de generación eólica y solar, especialmente en Europa, China, América del Norte y América del Sur, lo que origina que los fabricantes dilaten entre 12 y 18 meses en entregar equipos de generación y transmisión.
La situación de nuestro sector eléctrico es una alerta, no una alarma. Requiere esfuerzo y trabajo conjunto para que el sistema eléctrico atienda bien al consumidor en los próximos años, y no peligre el suministro, tan necesario para la calidad de vida de las personas y la competitividad de las empresas.
El autor es director ejecutivo de la Asociación Costarricense de Productores de Energía (Acope).