¿Cómo ve el Fondo Monetario Internacional (FMI) la economía de Costa Rica? Aunque sus recomendaciones no son vinculantes, sí tienen fuerza moral y técnica por la especialidad orgánica de esa institución internacional y su vasta experiencia. La misión que nos visitó hace dos semanas hizo numerosas recomendaciones, sensatas e incómodas a la vez.
-PIB. Confirma el FMI que la producción real del país (4,2%) se está recuperando frente a la registrada el año pasado (3,7%), pero aún se encuentra por debajo de su nivel histórico (alrededor del 5%). Ese crecimiento será insuficiente para reducir la tasa de desempleo abierto (9,7% de la fuerza laboral) y el índice de pobreza (22% de la población). El hallazgo más relevante, sin embargo, es que el crecimiento potencial después de la crisis ha bajado, y se ubica en alrededor del 4% anual. Para lograr mayores tasas de crecimiento real y mejorar la competitividad del país con miras a participar más exitosamente en el mercado internacional, recomienda hacer reformas estructurales.
-Reformas estructurales. Entre ellas cita abaratar el costo de la electricidad e incrementar la participación del sector privado en la generación de energía (aspectos claves señalados en editoriales anteriores y en los cuales el gobierno continúa renqueando); incrementar la inversión pública (relegada en los esfuerzos por bajar el gasto, agregamos nosotros); podar excesivas regulaciones para emprender negocios (maraña igualmente comentada por la Uccaep y este diario); mejorar la eficiencia de la educación para satisfacer las demandas reales de la nueva economía (en lo que todo mundo concuerda, pero nadie se atreve a colgarle el cascabel); enderezar las finanzas de la CCSS; y aumentar la competitividad de los bancos para reducir las tasas de interés. Las propuestas de reforma no son novedosas, pero tampoco hay progresos que reportar.
-Inflación. Hasta el propio FMI se sorprendió de la baja inflación el año pasado (-0,8%). Fue, por así decirlo, una grata sorpresa. El Fondo consideró apropiada la reducción de las metas de inflación para el presente y próximo año a un 3% (más o menos un punto porcentual) según el nuevo programa macroeconómico. Así, la variación porcentual del IPC converge con la de nuestros principales socios comerciales. También se reduce una de las principales causas de la apreciación del colón, agregamos nosotros. Mantener una baja inflación debe seguir siendo una meta del Banco Central.
-Intereses. Concordamos en que mantener una baja inflación en las circunstancias actuales de insuficiente producción (brecha del producto observado frente a su crecimiento potencial) no significa, necesariamente, auspiciar altas tasas de interés para mantener en raya al IPC. Reducir la tasa de política monetaria de un 5,25% al 1,75% en el 2015 fue acertado, sobre todo, en presencia de una inflación negativa, pero la lenta transmisión al resto del sistema encareció las tasas reales de interés y afectó el crecimiento de la producción. Eso justifica la recomendación de hacer más competitivo el sistema bancario y derogar las cargas que afectan el margen de intermediación financiera. Aquí, de nuevo, hay morosidad gubernamental y legislativa en la presentación y aprobación de las reformas.
-Déficit fiscal. Aunque aún hay un pequeño margen para reducir más las tasas nominales de interés porque la inflación seguirá baja durante el resto del año, la expectativa de que a finales del año el IPC se acerque a la meta del 3% de inflación hará que las tasas reales de interés se reduzcan concomitantemente. A menos, claro está, que sientan la presión del déficit fiscal. Esa posibilidad de estrujamiento fiscal la reconoce expresamente la misión en su informe. En eso, todos concordamos. En lo que no hay acuerdo es en la forma de solventar el déficit: el gobierno exige impuestos primero y, luego, reducir el gasto y aprobar la regla fiscal –con la cual también concuerda el Fondo–, mientras que la oposición legislativa opina lo contrario. ¡Es una lástima! Si se aprobaran los proyectos para reducir el gasto (estimados en un 1,25% del PIB), y los nuevos recursos (2,5% del PIB), se despejaría el sendero para consolidar la baja inflación, parar el peligroso crecimiento de la deuda, abatir las tasas de interés y evitar la presión del endeudamiento externo sobre el tipo de cambio.
-Reservas y tipo de cambio. El Fondo estima que la posición de Costa Rica en el mercado mundial no se ha deteriorado, el déficit de la balanza de pagos es sostenible, el tipo de cambio está en un nivel de equilibrio razonable y el nivel de reservas es holgado (por encima de sus requerimientos) gracias al efecto combinado de la menor factura petrolera, inversión extranjera y excesivo endeudamiento público y privado. Su recomendación es reducir el déficit fiscal para controlar el endeudamiento externo, fortalecer la supervisión financiera para reducir el financiamiento privado en el exterior y permitir mayor variabilidad en el mercado cambiario para que los participantes comprendan las oportunidades y riesgos de la flotación, a pesar de que el tipo de cambio ronda el equilibrio.
-Perspectivas. A corto plazo, la situación económica del país es estable, sostiene el FMI. La economía reanudó su crecimiento a un nivel cercano a su potencial real; hay estabilidad cambiaria y de precios; el tipo de cambio está en una zona de confort y, contrario a lo que muchos sostienen, no conviene tratar de devaluarlo artificialmente. Por otra parte, el nivel de reservas permite acomodar cualquier volatilidad monetaria proveniente del exterior. Pero, a largo plazo, su visión (y la nuestra) es muy distinta. La estabilidad podría perderse de persistir el impasse fiscal. Aun si se arreglara, continuaría el insuficiente crecimiento de la producción para absorber el desempleo y mejorar salarios. Para ello, la estabilidad es requisito necesario, pero no suficiente. Es menester reabrir el expediente de la reforma estructural.