La Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep) dejó atrás la actitud dubitativa de los primeros meses de transición entre reguladores y decidió aplicar el nuevo modelo tarifario del transporte público. Es una actitud valiente y debe ser reconocida. La primera operación de ajuste resultó en una rebaja de ¢70 para una ruta muy transitada, cuyo pasaje ascendía a ¢325.
El impacto acumulado de la nueva tarifa de ¢255 ronda los ¢90 millones mensuales. Es mucho dinero y explica sin necesidad de más razones la enconada oposición de las empresas autobuseras al nuevo modelo tarifario cuya adopción exigió largos años y una cadena de litigios, todos ganados por la Aresep. Para los usuarios que emplean el servicio cinco veces a la semana, la diferencia en el presupuesto es de ¢2.800 mensuales.
La rebaja, tan beneficiosa para la población de Montes de Oca, Curridabat y La Unión, se debe, para comenzar, al importantísimo dato de la demanda. Según la Intendencia de Transportes de la Aresep, los datos actualizados del Consejo de Transporte Público (CTP) revelan un considerable aumento en el número de pasajeros. La estimación mensual creció en 81.000 personas. La distribución de los costos entre un mayor número de usuarios conduce a una rebaja.
Por otra parte, la ruta operaba con menos autobuses y carreras que las contempladas para hacer el cálculo de la tarifa ahora rebajada. Menos autobuses y viajes implican una reducción de costos por concepto de salarios, operación y mantenimiento. Esa rebaja en los costos condujo, también, al ajuste.
Aparte de esos dos factores, la nueva metodología produjo un impacto relacionado con las sumas reconocidas por repuestos y accesorios. El método anterior, en vigor durante dos décadas, estimaba ese costo en un 10% del valor del vehículo, sin más consideraciones. Como es obvio, un autobús nuevo no exige el mismo gasto en repuestos y accesorios. Por eso la nueva metodología toma en cuenta la antigüedad de los vehículos y el kilometraje recorrido. En el caso de la ruta de Montes de Oca, Curridabat y La Unión, el porcentaje se fijó en un 5,2%.
Ninguno de los principales factores tomados en cuenta para hacer el ajuste hace pensar en la posibilidad de un desequilibrio financiero para la empresa. El número de pasajeros aumentó, disminuyeron los vehículos en operación y la cantidad de viajes. Además, el gasto en repuestos se calculó mediante la muy lógica consideración del uso y edad de los autobuses.
El caso es el primero sometido a la nueva metodología y la Aresep espera hacer el mismo ejercicio con otras 50 rutas. Para lograrlo, necesita recibir información actualizada del Consejo de Transporte Público, donde los autobuseros gozan de una importante representación.
Si las sumas en juego explican la oposición de los empresarios a la nueva metodología, también permite comprender su rechazo a mecanismos de control de la demanda, como el cobro electrónico. Hasta ahora, la estimación de la demanda se ha basado en datos proporcionados por los mismos autobuseros. Sin una medición independiente y objetiva, la fijación de tarifas siempre estará bajo sospecha.
La Aresep contribuyó a generar un indicador de la brecha entre la demanda reportada por muchos autobuseros y el número real de usuarios cuando contrató al Programa de Desarrollo Urbano Sostenible (Produs) de la Universidad de Costa Rica para hacer un conteo independiente. Los expertos encontraron diferencias hasta del 28% entre los estudios de campo y el número de pasajeros promedio reportado por algunas empresas.