Es la década de los cuarenta y en la ciudad argelina de Orán se desata una terrible epidemia. Tras la incredulidad, viene el pánico y, con él, un enorme sentido de impotencia. También de solidaridad. En el centro de esta encrucijada humana aparece el doctor Rieux. Su callada abnegación no deja de sorprender al periodista Rambert, quien la considera heroica. Pero Rieux la ve de otra forma:
—Es preciso que le haga comprender que aquí no se trata de heroísmo. Se trata solamente de honestidad. Es una idea que quizá le haga reír, pero el único medio de luchar contra la peste es la honestidad.
—¿Y qué es la honestidad?— dijo Rambert, poniéndose serio de pronto.
—No sé qué es en general. Pero, en mi caso, sé que no es más que hacer mi oficio.
Difícil no conmovernos hoy con este fragmento de La peste, novela esencial del francoargelino Albert Camus, publicada hace 73 años. No me mueve solo la arremetida de la covid-19, sino, especialmente, el heroísmo cotidiano, alimentado por la honestidad, la solidaridad y el ímpetu de hacer bien lo que nos toca, que ha aflorado en esta difícil coyuntura.
En la primera línea de fuego y entrega, están los profesionales de la salud. A ellos les toca cada día esa tarea límite de confrontar los contagios, dolores y posibles muertes, a sabiendas de que su riesgo es mayor: hace una semana, por ejemplo, representaban el 14,7 % de los casos en España (no conozco nuestros datos). Pero en otras líneas del campo de batalla colectivo, también aflora el heroísmo honesto, silencioso y pertinaz de los recolectores de desechos, choferes de transporte público, repartidores de comida, policías, trabajadores sociales y muchos más que, por deber, vocación, necesidad, o la mezcla de todo ello, no pueden estar aislados.
A ellos debemos agradecer por la serena y heroica honestidad que, como a Riex, los lleva a hacer bien su oficio. ¿Y el nuestro? Cada quien lo sabrá, pero algo, al menos, debemos compartir: paciencia, tolerancia, solidaridad y apego a las instrucciones de quienes saben. “El deber debe cumplirse sencilla y naturalmente”, dijo José Martí en 1880. Es otra guía que hoy, más que nunca, debemos seguir.
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