Cuando un niño nace con alguna discapacidad en Guinea Bisáu, muchos padres los abandonan o los eliminan porque los consideran maldición. Gracias a un hogar estos pequeños son rescatados, pero más allá de un techo, necesitan terapia para mejorar su calidad de vida. Cuatro fisioterapeutas ticos viajaron más de 7.000 kilómetros para ayudarlos y convertirse en un oasis en medio de la desesperanza.
Etiquetas casulo
Desde hace 26 años una misionera costarricense llegó a un pequeño país del occidente africano para llevar calor maternal y proteger a los niños desamparados, entre ellos, los de un centro de rehabilitación en el que habitan pequeños discapacitados.