“Casos excepcionalmente difíciles”.
Con esas palabras describió el médico Eduardo da Cruz la complejidad de las malformaciones corregidas por un equipo de cirujanos a pacientes del Hospital Nacional de Niños, la tercera semana de octubre.
Fueron cuatro casos intervenidos por una misión de cirujanos que llegó como parte de la asesoría que Da Cruz ha logrado para el Programa Cardiovascular Pediátrico, del Hospital Nacional de Niños.
Uno de los pacientes operados fue una adolescente de 15 años. Su intervención se prolongó 12 horas.
“Se le hizo una cirugía conocida como de Ross. La niña tenía una anomalía compleja de la válvula aórtica”, explicó Da Cruz.
A otro niño, de 12 años, se le corrigió una malformación de Ebstein, una anomalía en la válvula tricúspide, que es una de las válvulas principales del lado derecho del corazón.
Esta reciente misión es un paso más en los últimos cuatro años en los cuales la antigua Unidad Cardíaca se transformó en programa bajo la guía de Da Cruz y de su equipo de trabajo.
Hoy, el Hospital de Niños se puede dar el lujo de intervenir pacientes con las enfermedades más complejas del corazón, luego de que antes fuera epicentro de duras críticas por la alta mortalidad de pacientes cardíacos.
Para comprender este logro es necesario recordar lo que pasó a inicios de esta década: en el 2011, el llamado Grupo Dallas –integrado por cirujanos estadounidenses– advirtió en un informe sobre serias deficiencias en el manejo de los pacientes cardiópatas del hospital pediátrico.
Los fallos en la técnica quirúrgica fueron vinculados a un aumento de la mortalidad de bebés con malformaciones cardíacas mal tratadas.
La mortalidad alcanzó cifras de hasta un 31% (2011) mientras en otros países no llegaba al 4%. Fue cuando se destapó la crisis del servicio y los roces internos entre los grupos de trabajo.
En su momento, las advertencias de los médicos norteamericanos fueron respaldadas por la Auditoría Interna de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y un grupo de médicos intensivistas del propio hospital.
Ahí apareció Da Cruz, a quien se le solicitó su ayuda como asesor dada su reputación a nivel mundial y su contacto con Costa Rica.
Un presente distinto
Hoy se plasman los resultados de esa intervención.
Entre el 15 y el 18 de octubre, Da Cruz y la Fundación Cirujanos de Esperanza trajeron a Costa Rica a Luca Vricella, del Hospital Johns Hopkins, y al anestesista Jackie Martien, de Saint Louis, en Estados Unidos, a operar casos complejos junto al equipo del Nacional de Niños.
No se trató solo de una misión quirúrgica, aclaró el médico. En esos días, también se aprovechó para hacer docencia y reforzar la calidad en todo el programa. Fue aprender haciendo.
Desde el inicio de la asesoría de Da Cruz, se habló de enviar misiones de calidad, misiones de terapia respiratoria y también de imagen para empezar a utilizar tecnología más avanzada en estos procedimientos, como la resonancia y la tomografía cardíaca.
Según el médico, en los siguientes años se incrementará la presencia de una manera distinta: con misiones más enfocadas en la calidad.
Con la Fundación Cirujanos de Esperanza (Surgeons of Hope) –organización que tiene como objetivo ejecutar programas de calidad que logren ser sostenibles–, se busca aportar conocimiento, tecnología e infraestructura para permitir que un programa como este logre su completa autonomía.
La decisión se tomó al ver los resultados de estos últimos cuatro años, que se miden con dos variables muy importantes: mortalidad y la morbilidad.
“Las cirugías que se han hecho en los últimos cuatro años han tenido resultados comparables totalmente a los que existen en Estados Unidos en este momento”, destacó el médico.
El año pasado, cuando se dieron los últimos datos, la mortalidad había bajado a 2,7% y prácticamente no se registraban complicaciones después de las cirugías. Todo esto en un contexto, aclaró, donde la complejidad de los casos que se están tratando aumentó.
“Hemos pasado de un modo crisis, con niños que estaban perdiendo oportunidades de vivir, a un modo más controlado”, destacó el médico al explicar uno de los logros más importantes: la reducción de la temida lista de espera.
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"Lo que también ha cambiado mucho es la conciencia del problema: no se quiere repetir los errores del pasado. Este es un factor fundamental para que el equipo quiera ser mejor.
“Ha habido mucha implementación de procesos de Medicina de alto nivel, y esto los ha llevado a una cultura de excelencia con sistemas que nos protegen del error humano. Estos sistemas previenen el daño al paciente. El progreso en esto es muy bueno”, dijo.
Esto último, agregó, explica la necesidad de enviar más misiones dirigidas a reforzar ese logro.
Por año, entonces, se planean realizar entre cuatro y seis misiones, provenientes de Estados Unidos y Europa.
"Queremos que el equipo local aprenda lo mejor de los mejores. En mi sueño final, si es que hay uno, es que haya una red de colaboración regional. Tiene mucho sentido ayudar a Nicaragua, a Costa Rica. Guatemala tiene un programa que funciona relativamente bien. Se pueden identificar niños que se puedan traer aquí.
“Esto no es mañana porque se necesitan acuerdos entre países. El Hospital de Niños puede actuar como faro del conocimiento donde se pueda formar profesionales de países de la región quienes luego, a su vez, formen a otros.
"Y, ¿por qué no?, organizar misiones con equipos costarricenses. Esto podrá pasar muy pronto”, pronosticó Da Cruz, calculando que esto podría suceder en un par de años, sin afectar la disponibilidad de profesionales para los niños costarricenses.
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En busca de apoyo
La Fundación Cirujanos de Esperanza, con la cual trabaja Da Cruz, se financia con algunos grandes patrocinadores y hasta con una gala anual en Nueva York, Estados Unidos. De ahí la necesidad de conseguir más financiamiento para fortalecer lo que hasta ahora se ha conseguido en Costa Rica.
El actor y productor mexicano Diego Luna (Y tu mamá también), es uno de los ‘padrinos’ de la Fundación, a la cual acompañó en Costa Rica esta semana con el fin de promover una colaboración.
"Ayudará a establecer una figura también fiscal en Costa Rica. Si se logran donaciones desde Costa Rica, deben ser transparentes. El año que viene va a ser un año más activo en misiones de todo tipo: cateterismo, electrofisiología, calidad, imagen, terapia respiratoria... ", explicó.
Y esto con niños. Uno de los siguientes pasos, en un futuro cercano, será trabajar con adultos: los niños con enfermedades congénitas evolucionan a adultos, y hay que cuidar de ellos también.