Aunque los electores se van a topar con un menú amplísimo de partidos disputándose los 57 puestos puestos de diputado este domingo, el sistema electoral de Costa Rica evita que la Asamblea Legislativa se repartan entre muchas banderas políticas.
Rónald Alfaro, coordinador de la encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR), no prevé una fragmentación mucho mayor que la actual en la Asamblea Legislativa
Eso se debe a que el mecanismo de asignación de diputados exige a los partidos una barrera, en cuanto a cantidad de votos, para luchar por una silla en el plenario del Congreso.
En conversación con La Nación, Alfaro detalló que la elección legislativa es un universo aparte de la presidencial y tiene sus propias particularidades, con una mayor indecisión (47% de electores aún por escoger sus congresistas) y gente “en busca de señales de cualquier índole para tomar una decisión”.
“Es como una búsqueda ansiosa de señales”, comentó Alfaro.
El experto del CIEP explicó que el sistema de elección de diputados no está diseñado para acomodar a muchas fuerzas políticas y es más castigador, pues muchos partidos quedan por fuera.
El sistema aplicado en el país se llama Hare Modificado y exige que los partidos deban superar al menos el subcociente para poder pelear por una diputación en una provincia.
Los diputados se eligen por provincia y la legislación establece que, una vez contados los votos, se divide el total de votos válidos entre la cantidad de diputados correspondientes a esa sección. Al resultado se le llama cociente.
Así, primero, os partidos ganan diputaciones según el número de cocientes que hayan obtenido. Luego, si aún sobran escaños sin asignar, se reparten de mayor a menor solo entre los partidos que hayan obtenido como mínimo el subcociente (mitad del cociente) y los residuos de los que obtuvieron el cociente.
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Montaña rusa legislativa
Alfaro explicó que, en los últimos 20 años, los apoyos partidarios se han movido como en una montaña rusa, lo que ha permitido a partidos como el Movimiento Libertario tener fracciones de hasta nueve personas y, en la siguiente elección, bajar a cinco, hasta desaparecer en la actual Asamblea.
Lo mismo le ha sucedido a otras banderas, como la del Frente Amplio, que para el 2006 y el 2010 obtuvo una curul, en el 2014 subió a nueve y, en el 2018, los electores lo castigaron con una sola diputación.
“Viene una elección y el apoyo hacia un partido emergente, o nuevo, crece de manera impresionante, pero después, en la siguiente elección o la posterior, se cae. Hemos observado varios partidos en esas dinámica. Estos apoyos no distinguen entre ideologías, para llamarlo de alguna manera”, enfatizó.
Eso significará que, para esta elección de diputados, se verán actores nuevos, partidos nuevos, y estos van a desplazar a algunas fracciones actualmente representadas y van a ocupar espacios dejados por esos partidos que pierden los respaldos.
“El hecho de que el PLN y el PUSC tengan respaldos altos no es tan extraño, si uno ve que el PAC gana la elección del 2014 y 2018 18, y las fracciones más grandes son Liberación y los grupos de oposición, más que la oficialista”, indicó.
Nuevos partidos misma fragmentación
El escenario está, dice el coordinador del CIEP, para ver nuevos partidos, pero no con una Asamblea mucho más fragmentada que la actual, con siete o nueve bancadas, aunque por ahora sea difícil predecir la cantidad de partidos que obtengan curules.
“Ahora es difícil ver una cantidad de partidos, asegurarlo, pero eso lo determinan las reglas electorales y estas son castigadoras. Esta es una Asamblea pequeña y la mayor posibilidad de entrar es en la provincia de San José (donde se eligen 19 curules)”, comentó.
Alfaro enfatizó que el sistema electoral magnifica la victoria de los que más apoyo tienen y la derrota de los que menos tienen. Hay casos, recordó el coordinador del CIEP, en que un partido gana el 25% de los votos y se deja el 40% de los escaños.
El coordinador del CIEP cree que es necesario pensar en reformas legales, pero que aumentar los diputados es un tema altamente impopular, “cuando en realidad deberíamos ajustar el tamaño del Congreso al de la población”.
“También es un tema de diseño, una provincia reparte muchas curules y provincias pequeñas. Se podría pensar en carrera parlamentaria con algunos límites; hay diputados que llegan a la Asamblea a aprender y eso genera un costo, porque muchos de ellos no van a regresar ahí”, concluyó.