Barcelona. Abrumado por las protestas y las divisiones internas, el presidente catalán, Quim Torra, subió un escalón más de su inflamada retórica, llamando a imitar la secesión de Eslovenia, que sen saldó con 62 muertes, por lo cual recibió este lunes críticas de todos los bandos.
Todo ello ocurre tras unas semanas de profundo desgaste para su gobierno, que recientemente enfrentó a una oleada de huelgas en la sanidad y la educación, y a protestas de grupos independentistas radicales que terminaron con fuertes cargas de la policía bajo su mando.
Llegado al poder en junio como sucesor de Carles Puigdemont, Torra respondió elevando todavía más su encendido discurso nacionalista que ha caracterizado su mandato en el que, sin embargo, no hay avances reales hacia la prometida república independiente.
“Los catalanes hemos perdido el miedo (...) Los eslovenos decidieron tirar adelante con todas las consecuencias. Hagamos como ellos y estemos dispuestos a todo para vivir libres”, dijo el sábado desde Bruselas.
Al día siguiente, en una muestra más del carácter simbólico de su mandato, inició un ayuno de 48 horas en solidaridad con la huelga de hambre iniciada por cuatro líderes independentistas encarcelados por el intento de secesión del 2017.Comprometido a no comer hasta la mañana del martes, Torra dormirá las dos noches en el monasterio de Montserrat, refugio espiritual ubicado en medio de una escarpada sierra en el corazón de Cataluña.
“Torra tiene problemas internos por la oleada de protestas contra los recortes presupuestarios (...) El estar bajo presión podría explicar porqué su retórica es tan agresiva”, opinó Antonio Barroso, analista en Teneo Intelligence.
La respuesta del gobierno español de Pedro Sánchez fue tajante: “Ni Cataluña es Eslovenia, ni España es Serbia (...) Es lamentable, es insensato”, declaró su portavoz, Isabel Celáa.
Discrepancias desde el separatismo
Incluso desde los círculos moderados del separatismo, cada vez más alejados de la estrategia de Torra y su partido Juntos por Cataluña, rechazaron sus palabras, empezando por sus socios de gobierno de Izquierda Republicana (ERC). “¿Qué significa exactamente estar ‘dispuestos a todo’?”, se preguntaba este lunes en el periódico La Vanguardia el analista Francesc Marc Álvaro, cercano al independentismo.
En su artículo recuerda las consecuencias de la declaración de independencia de Eslovenia en 1991: 62 fallecidos y cientos de heridos tras un conflicto de diez días con el Ejército yugoslavo."Torra se sitúa (...) en una zona donde la frivolidad y la hinchazón retórica convierten todo en cartón piedra", le reprochó el analista.
Un año después de copar la actualidad internacional con el intento fallido de secesión de octubre del 2017, el conflicto catalán ha perdido importancia en una Europa preocupada por el brexit, las protestas en Francia o el incierto futuro de Alemania sin la canciller Ángela Merkel.
Con el independentismo estancado desde entonces y sin rumbo para alcanzar su objetivo, la beligerancia de Torra puede ser “una manera de volver a traer (la cuestión catalana) al foco europeo”, según el politólogo Fernando Vallespín.
Sin embargo, esto complica el diálogo que Pedro Sánchez intenta establecer con las autoridades regionales desde su llegada al Gobierno español en junio, con una moción de censura contra su antecesor conservador apoyada por los partidos independentistas.
Como gesto de acercamiento, el 21 de diciembre su gobierno tiene previsto reunir su consejo de ministros en Barcelona, donde se preparan manifestaciones y protestas separatistas para boicotear su celebración.
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En clara minoría en el Congreso (84 diputados sobre 350), “si la posición de Cataluña es radicalizar el discurso (...) la posición más inteligente para Sánchez es convocar elecciones cuanto antes. Si no, va a favorecer a la derecha”, consideró Vallespín.
En las elecciones regionales del 2 de diciembre en Andalucía, feudo histórico del socialismo, su partido se derrumbó ante el auge de la derecha que, con la sorprendente incursión del partido de extrema derecha Vox, podría formar gobierno por primera vez en esa región.
Si la situación en Cataluña no mejora, lo mismo podría ocurrir en España, según Vallespín. “Igual eso es lo que pretende Torra. Siempre es más fácil enfrentarse a un Estado más radical que a un perfil más amable como Pedro Sánchez”, apuntó.