Managua. AFP. El padre y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal llegó ayer a sus 90 años, lamentando con nostalgia que la revolución sandinista que apoyó como ministro de Cultura haya sido traicionada por el presidente Daniel Ortega, quien aduce se ha enriquecido “fabulosamente” en el poder.
“Fue una revolución muy bella, lo que pasa es que fue traicionada, lo que hay ahora es una dictadura familiar de Daniel Ortega. Eso no fue lo que apoyamos nosotros”, sostiene el poeta, en una entrevista con AFP en el Centro Nicaragüense de Escritores, en Managua.
Sin embargo, “no me arrepiento de haber apoyado” ese proceso, afirma Cardenal, un crítico del líder sandinista que dirigió la revolución de 1979 a 1990 y retornó al poder en 2007.
Encorvado, la melena blanca y caminando con ayuda de un bastón, Cardenal hace un esfuerzo por atender a periodistas que lo visitan con motivo de su 90 años, a lo largo de los cuales se destacó como político, sacerdote, escultor, traductor, poeta y escritor de obras que han sido traducidas a 20 idiomas.
Polémico. Cardenal, cuya imagen dio vuelta al mundo en 1983 cuando el papa Juan Pablo II lo amonestó y sancionó en público por apoyar la revolución, ya no tiene la misma energía de antes, pero se mantiene saludable, aseguran sus asistentes.
Ordenado sacerdote en 1965, abandonó la comunidad contemplativa de la orden trapense que formó en la isla de Solentiname, en el Lago Cocibolca, para apoyar la lucha del Frente Sandinista (FSLN) contra la dictadura dinástica de la familia Somoza que gobernó el país por casi medio siglo.
Convencido de que el religioso “no puede estar ajeno a las luchas políticas”, celebró misas en los campamentos guerrilleros, ayudó a crear una red internacional de solidaridad con la guerrilla, fue vocero del FSLN cuando sus dirigentes estaban en la clandestinidad y compartió junto con Ortega la entrada triunfal de los sandinistas a Managua en julio de 1979.