¿Qué características tenía la enfermedad renal crónica en la provincia de Guanacaste que los motivó a investigarla?
En los guanacastecos, esta enfermedad no solo triplicaba las estadísticas nacionales, sino que la mortalidad era más alta (36% mayor) y se veía en hombres más jóvenes. También, la probabilidad de perder años de vida en esta zona es cuatro veces mayor.
”No teníamos razones científicas para determinar por qué sucedía esto, solo había suposiciones. Por eso debíamos buscar esas razones científicas, para poder saber a qué nos enfrentamos”.
Ustedes analizaron datos entre el 2006 y el 2011, ¿cómo se comporta la enfermedad hoy?
Continúa el mismo comportamiento. Podemos hablar de que se están tratando unos 1.200 pacientes y que hay personas que mueren a la espera de un riñón.
”Con suposiciones es más difícil conseguir resultados. Ahora, con evidencia científica, será más fácil trazar estrategias y mitigar el impacto”.
¿Qué papel tiene el agua de la zona? ¿Es también un factor de riesgo?
Eso no salió dentro del estudio, pero es algo que debe analizarse más. Se ha hablado del arsénico en el agua, pero este estudio no lo arrojó. Existe una comisión dedicada a investigarlo. Hay otro factor importante también: aunque el agua es un bien común y toda la población la utiliza, incluyendo mujeres y niños, esta enfermedad solo la hemos visto en hombres, principalmente en peones agrícolas.
¿Cuál es el siguiente paso?
Este es un problema que no se puede atacar desde un solo frente. Necesitamos la acción del Ministerio de Salud, del de Trabajo y el de Agricultura, y también de los trabajadores y líderes comunales.
”Estamos coordinando con la Presidencia Ejecutiva y la Gerencia Médica (de la CCSS) para que hablen con las autoridades de gobierno. Nosotros tenemos la información técnica, pero esto ya entra en el campo de política pública”.