Negarse a las vacunas es un fenómeno que no solo afecta a la salud de los seres humanos. Personas que se niegan a vacunar a sus animales de compañía o mascotas también pueden afectar la salud de sus amigos más cercanos e incluso, la de ellos mismos.
Como sucedió con el rechazo a las vacunas en humanos, esta costumbre en los animales aumentó luego de la pandemia de la covid-19. Se ve más en los perros, pero esto puede deberse a que son las mascotas más comunes.
Gatos y otros animales no están exentos. Durante el 2023, dos estudios publicados en la revista Vaccine, mostraron un alza en este tipo de actitudes, por parte de quienes tienen animales en sus hogares.
La primera investigación fue de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston y se publicó en setiembre. Luego de encuestar a 2.200 dueños de perros, se vio que cerca del 40% de los encuestados creía que las vacunas caninas son inseguras, más del 20% dijo que no eran efectivas y el 30% afirmó que eran innecesarias.
A esto se le debe añadir, que un 37% de esas personas cree que la inoculación de sus animales puede aumentar el riesgo a desarrollar autismo, aunque no existen datos que validen que existe ese riesgo para animales o humanos.
“Si la no-vacunación se vuelve más común, nuestras mascotas, veterinarios e incluso, nuestros amigos y familiares están en riesgo de infectarse con enfermedades prevenibles por vacunación”, enfatizó a la prensa Matt Motta, uno de los investigadores.
El segundo artículo se publicó en diciembre pasado, y fue elaborado por la Escuela de Salud Pública de la Universidad A&M de Texas. Esas pesquisas demostraron que quienes rehúyen las vacunas para sí mismos, tienen mayores probabilidades de negarlas para los animales con los que conviven.
Para llegar a estas conclusiones, se revisaron los datos de una encuesta realizada a 2.000 dueños de perros y 1.400 de gatos y se vio que, aunque la gran mayoría de las mascotas sí estaba vacunada, cuando se habló con quienes no vacunaban a sus animales se detectó que había una relación con no vacunarse y no creer en las vacunas en general.
Aunque el número es minoritario y no supera el 5%, esta cifra creció después del 2020, luego de la llegada de la vacuna contra la covid-19.
“Los resultados indican que hay problemas de infecciones a humanos y resaltan la importancia de atender la reticencia vacunal en animales y en humanos. Hace falta más investigación y acciones en salud pública”, señaló en un comunicado Simon Haeder, investigador a cargo de este segundo estudio.
¿Por qué es peligroso no vacunar a los animales?
Esta práctica es muy riesgosa, afirman los especialistas. Por un lado, los animales no vacunados o con esquemas que no están al día son más propensos a enfermarse y tienen una menor tasa de supervivencia. Además, la vacunación es vital para evitar la zoonosis, una situación que se da cuando bacterias, virus, parásitos o agentes no convencionales se transmiten de animales a humanos por contacto directo o por medio de los alimentos o heces.
“Las vacunas disponibles para perros, gatos y otras especies animales que conviven con nosotros, repercuten directamente sobre nuestra salud y la suya. No debemos olvidar que, en una tenencia responsable, hay que hacer un seguimiento del estado sanitario de nuestras mascotas”, destacó la Real Academia Europea de Doctores.
Alrededor del 60% de los agentes que causan enfermedades en las personas provienen de animales domésticos o silvestres y el 75% de aquellos clasificados como emergentes (padecimientos relacionados con nuevos agentes infecciosos) son de origen animal, según la Academia.
Por ello es que los animales domésticos y los que están relacionados con productos alimentarios también deben pasar por un esquema de vacunación, que depende de la especie, su hábitat y el contacto que tenga con seres humanos.
En el caso de los perros, la vacuna más común es contra la rabia, una enfermedad letal para los seres humanos. También hay otros biológicos que se inyectan comúnmente, como los que evitan adenovirus, parainfluenza, parvovirus y distemper (conocida popularmente como “moquillo”). Otros fármacos previenen la enfermedad de Lyme o la bacteria Bordetella.
Si estas coberturas en vacunas siguen bajando, las probabilidades de que los animales enfermen e infecten a las personas con las que conviven podrían ser un problema de salud pública en un futuro.