Al hacer una “radiografía” de las enfermedades que más aquejan al costarricense, el estudio de epidemiología en The Lancet confirma –una vez más– que los padecimientos principales de los ticos son similares a los de países desarrollados.
En Costa Rica, las diarreas, gripes y enfermedades infecciosas, aunque sí son muy frecuentes, no lesionan fuertemente la salud de los ciudadanos. Un sistema de seguridad social sólido, el cual abarca todo el territorio, es una de las razones por las cuales estos males no aparecen en la lista nacional.
Empero, las enfermedades nacionales son principalmente males crónicos, producto de un nivel de vida agitado, con mucho estrés, poco tiempo libre, actividad física casi nula y alimentación deficiente.
El ranquin de padecimientos lo encabezan dolores de cabeza y cuello, seguidos de infartos, depresión, lesiones por accidentes viales y males que lesionan alguno de los sentidos (como problemas de la vista u oído).
El top ten lo completan los males congénitos, la enfermedad renal crónica (muy común en Guanacaste), la enfermedad crónica obstructiva pulmonar (EPOC), el asma y la diabetes.
“Es urgente que el tico cambie sus hábitos. Las facturas ya comenzaron a cobrarse. Ya se ha dicho mucho, pero es necesario insistir en que dejar de fumar, hacer ejercicio y comer saludablemente nos da calidad de vida”, dijo Lorena Morales, médica general.
Advertencia anterior. La investigación de carga de enfermedad realizada por la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) en 2014, advirtió de que el 7,2% de los factores de riesgo para perder años de vida saludable se atribuye al riesgo alimentario. La situación es peor en la edad adulta: entre los 35 y los 55 años, sube a un 18%.
Una dieta alta en grasas, azúcares y sodio y baja en frutas y verduras, es factor alto de riesgo para obesidad, hipertensión y diabetes, condiciones que a su vez elevan las posibilidades de infartos, males circulatorios y derrames cerebrales.
Estos últimos padecimientos pueden matar de forma prematura o provocar discapacidades permanentes, como ceguera o amputaciones de extremidades.