Un parche que daría protección contra la influenza o gripe común y funcionaría con la misma eficacia y seguridad que una vacuna inyectada. Esa es la meta de científicos del Centro Médico de la Universidad de Rochester, en Nueva York, Estados Unidos.
La vacuna en parche apenas está en sus primeras fases y ni siquiera ha sido probada en seres humanos, pero ya ha dado sus primeros avances. Un reporte publicado en la revista Journal of Investigative Dermatology señaló que ya hay indicios de que es un medio adecuado para dar protección contra esta enfermedad infecciosa.
Esto no es tarea fácil y requiere del trabajo conjunto de diferentes tipos de profesionales. Biólogos, dermatólogos y químicos, entre otros, unen sus conocimientos para lograr el objetivo.
“Los científicos han estado buscando la forma de tener una vacuna sin agujas desde hace cerca de dos décadas, pero ninguna de las tecnologías probadas lo ha logrado”, comentó en un comunicado de prensa el químico Benjamin Miller, uno de los investigadores.
“Nuestro parche ya logró vencer muchos de los obstáculos que tuvieron los parches de microagujas (la tecnología más utilizada anteriormente) para poder transportar los anticuerpos necesarios. La eficacia y escasa toxicidad me emocionan; esto podría tener muchas implicaciones para la salud”, agregó.
¿Por qué un parche?
Que un medicamento o sustancia llegue al cuerpo a través de la piel es algo muy difícil de lograr: cabalmente, nuestra piel existe como una barrera para protegernos de que agentes internos ingresen al organismo.
Usualmente, las moléculas con las que trabajan los diversos inyectables poseen una química bastante compleja y eso las hace de mayor tamaño. Entonces, en vista de que su paso hacia el cuerpo no resulta sencillo, se tiene que recurrir a las tradicionales agujas.
Los científicos tuvieron luz al ver cómo funciona una enfermedad de la piel llamada dermatitis atópica o eccema. Los pacientes con este padecimiento tienen una barrera más débil en su piel, por lo que muchos alergenos la atraviesan y surgen alergias y ronchas (forma del sistema inmunitario de defenderse).
Estas personas tienen deficiencia de una proteína llamada claudina-1, que ayuda a mantener fuerte la barrera de la piel y la hace más “impermeable”.
¿Se podrá entonces “desactivar” esta proteína para permitir el paso de la vacuna si necesidad de agujas? Esa fue la pregunta que puso a los científicos a trabajar.
“Debíamos hacer la barrera de la piel lo suficientemente vulnerable como para que la vacuna pasara, pero que, a su vez, no dejara ingresar microorganismos que pudieran dañarla. Estamos en contacto con esos microorganismos en nuestra vida cotidiana, entonces el reto es grande”, dijo la dermatóloga Lisa Beck, otra de las investigadoras.
Según los participantes de este proyecto, un parche sería una buena idea, pues así solo una parte de la piel tendría contacto con la sustancia que inhibiría la proteína. Además, este dispositivo evitaría el paso de otros agentes perjudiciales.
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¿Cómo funciona?
El conocimiento en química de Miller se unió con el que Mattew Brewer tiene como especialista en biología e inmunología.
Ellos formaron un péptido, esto es una molécula formada por varios aminoácidos (las “materias primas” de las proteínas). El objetivo de ese péptido era inhibir la manifestación de la claudina-1 para así “abrir” la barrera de la piel.
Una vez con el péptido elaborado, diseñaron el parche, que contiene tanto el péptido como los componentes que se emplean en la vacuna contra la influenza.
El parche lo probaron en dos grupos de ratones. Al primero le pusieron el parche y luego le aplicaron una vacuna inyectada para subir la inmunidad. En el segundo grupo hicieron lo opuesto: primero inyectaron y luego colocaron el parche.
El parche permaneció en los ratones en un lapso de entre 18 y 36 horas.
“Cuando aplicamos el parche, la piel del ratón se hizo permeable, pero apenas lo removimos la barrera en la piel comenzó a cerrarse. Vimos que se cerraba del todo en un período que varió entre una y 24 horas, pero ya esto nos dice mucho de lo seguro que puede ser”, expresó Brewer en un comunicado de prensa.
Los resultados
El reporte indica que cuando el parche se puso antes de la inyección no hubo una respuesta inmunitaria significativa. Con ello, los investigadores creen que esto no sería eficaz en quienes nunca han recibido la vacuna o no han estado expuestos al virus.
En cambio, en el grupo que recibió primero la inyección sí se vio que el parche aumentó la respuesta inmunitaria. Esto les sugiere a los científicos que alguien que ya haya estado expuesto al virus o haya recibido vacunas antes sí puede utilizar el parche, porque va a “reconocer” los anticuerpos en su organismo y va a potenciar el sistema inmunitario.
Para el equipo de la Universidad de Rochester, el tener algún día una vacuna en parche podría ayudar a muchísimas personas de una forma no invasiva, rápida y barata.
“Una aguja es dolorosa, es invasiva y hace las cosas más difíciles en comunidades en las que, por factores culturales, hay aversión a la medicina preventiva o las vacunas”, dijo Beck.
Miller agregó: “además, un parche no necesita refrigeración, no se necesita personal muy calificado para colocarlo y no hay riesgos de cómo desechar agujas, ni peligro de que estas vayan a reutilizarse”.
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A futuro
Si se les pregunta a los científicos qué sigue en el desarrollo de esta vacuna, la respuesta unánime es: “mucho trabajo”.
Según ello, aún deben realizarse más estudios en animales para optimizar el parche y determinar cuánto tiempo debe permanecer en piel para realmente reforzar la respuesta inmunitaria.
La idea es desarrollar estudios en seres humanos a futuro, pero aún no hay fecha para ello, todo dependerá de cómo se comporten los próximos análisis en animales y las correcciones que deban hacerse.
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