Todos los ídolos caen. Los anónimos también. El nexo entre ideología y la necesidad de integrarse al inconsciente colectivo con una postura políticamente correcta nos confunde, nos convierte en ratones en un laboratorio infinito. Lo que hoy es verdad mañana será insultante. Nada es definitivo en esta sísmica existencia.
Constantemente se mueven las placas tectónicas del pensamiento. Todas nuestras opiniones parecen ser compilados de lo que leemos en Facebook, lo que nos aturuzan en Twitter, lo que quieren los medios de comunicación que pensemos y lo que dictan comentaristas en los medios. No somos auténticos pensadores porque el mundo no nos lo permite.
Día a día intento abstenerme de comentar, lanzar manifiestos y compartir con ‘el mundo’ (que se reduce a nuestras conexiones cibernéticas) lo que me hacen sentir las diferentes situaciones con las que la humanidad se obsesiona. Cuando llega el momento de balancear la información, mi cerebro se embrolla.
– Decime: ¿Qué te parece que Gene Simmons de Kiss le recomiende a las personas deprimidas que se maten de una sola vez? ¿Ya te formaste una opinión sobre las contradicciones del PAC? ¿Cuál chiste vas a poner en Twitter una vez que se estrene Dancing with the Stars ? ¿Y qué me decís de la injusticia cometida en Ferguson, del policía que mató a Michael Brown, el joven inocente y desarmado?
– Nada. No te quiero decir nada. Si te digo que Simmons es una culebra asquerosa ¿qué vas a pensar de mí cuando me veas roqueando al son de Detroit Rock City? Porque sí, está desesperado por atención y nunca lo hemos conocido como un tipo compasivo, pero qué, ¿vamos a dejar de escuchar Kiss para estar bien con la policía de lo correcto? No, no puedo.
– Claro. Te quedás en tu zona de confort. Me hablás de música porque querés alienarte del daño del mundo. Seguro no sabés lo que es tener una depresión.
– Te dije que no te quiero hablar de esto; solo se suma a la depresión que tengo desde que te conocí. Pero está bien, soy débil y tengo baja autoestima: te hablo del PAC. No entiendo nada. Me cae bien que el asesor que tenía oficina en Casa Presidencial no siguiera protocolo alguno y les mentara la madre a todos, pero es por estas ganas terribles de verlo todo caer. Por lo demás, solo recuerdo la canción de rap que pregunta: ¿En serio creés que un presidente te representa?
– Y dale con las canciones. ¿Cómo nos va a sacar el arte y la música de esto?
– No lo sé. A mí me saca de aquí, de esta esfera infumable, y con eso estoy bien. No tenés que decir que soy egoísta; ya lo sé. ¿O preferís que me sume a la tendencia de basurear al oficialismo basado en lo que dicen todos los que hace seis meses me vendían maravillas? ¿Cuál es la agenda? Cuando la descubra de pronto te podré hablar largo y tendido al respecto.
– Creo que entiendo. Te creés científico: te gusta el método de la observación antes de la aseveración. Es 2014. ¿Cómo podes sobrevivir en sociedad sin opinar?
– Mi opinión es que este país (y el mundo) es un sitcom mal hecho. ¿Te suma?
– No. Saltémonos Dancing with the Stars porque no tengo pensado qué decir en Twitter que me pueda generar más retuits y seguidores. Me da un pánico terrible que el tuit pase inadvertido. Supongo que, como odiás a la policía, tenés discurso respecto a la matanza de Michael.
– Lo mismo. No creás que me desinteresa; he pasado horas leyendo y analizando, hasta el punto en el que la confusión se volvió rabia. Hace cinco días Michael era el héroe icónico de una causa antiracista, pero hoy la evidencia de la situación me lo pinta como un antihéroe.
– ¿Sos tan contradictorio que detestás a la policía pero a la vez pensás que sacaron esta historia de proporción porque el racismo allá es tanto que las personas tuvieron que aferrarse a lo primero que pudieron para combatir la desesperación?
– Tan contradictorio como el PAC, según Teletica y La Nación y los demás. ¿Querés más música? Porque lo único que quiero hacer es citar otra canción:
Mi voz se pierde en los vientos. ¡Ya, ya no puedo más!