El olor de las rosas y las orquídeas llenaba los rincones de la funeraria La Piedad, en Desamparados, donde familiares, amigos y admiradores de Manuel Antonio Pilo Obando llegaron para velar el cuerpo del narrador deportivo.
“Necesitaban un narrador allá arriba”, le decía un amigo a Diego Obando, hijo de Pilo, mientras intentaba que un abrazo trajera algo de consuelo.
Tres niños, una veintena de adultos y varios empleados de medios de comunicación esperaban, minutos antes de as 8 p. m., que el cuerpo del célebre narrador pasara a la capilla de velación dispuesta para él.
Algunos hablaban muy quedito para no importunar. También, brotaron algunas anécdotas entre quienes sacaron parte de su tiempo para acompañar a la familia de Pilo, en este momento de dolor.
Sin su habitual traje de Supermán, y acompañado de una guitarra, llegó Gerardo Vargas. Este vecino de Taras de Cartago, usual en carnavales y otras actividades, fue pupilo de Obando y lo quiso emular tras los micrófonos.
“Hace muchos años en radio Hispana lo conocí; él era uno de los locutores y yo quería aprender a ser locutor. Luego lo volví a ver en ocasiones cuando yo iba vestido de Supermán, al canal, y él siempre muy amistoso nos saludaba”, comentó Vargas.
Con cada minuto se incrementaba la cantidad de tributos florales para el recordado narrador. Estos (algunos llenos de flores blancas, otros con flores multicolor que recordaban la usual alegría del hombre de televisión) competían con la gente por el espacio.
“Tus zapatazos siempre nos acompañarán. Ahora narrarás desde el cielo. Buen viaje Pilo”, decía la tarjeta de sus compañeros de Deportes Repretel .
A las 9:10 p. m., el cuerpo de Obando tomó el sitio principal para la despedida que muchos querían ofrecerle de corazón.