Dama del amanecer. Vive al revés. Su día inicia cuando se apagan todas las voces y reina solo el silencio. En la madrugada Karina Alpízar Corella arma el noticiero, segmenta los bloques informativos, define las apariciones en vivo de sus periodistas, coteja las noticias del mundo, prepara el guion y…al aire: Hoy en la mañana , el espacioso noticioso de canal 9 que ella coordina y presenta de 6 a. m. a 8 a. m.
A Karina no le gusta que le cuenten, se tira al agua y solo le queda llegar a la orilla o ahogarse. “Una no puede negarse la oportunidad de probar; cuando me preguntaron si quería ese horario de madrugada yo me apunté, ni siquiera le pregunté a mi marido”. ¡Los maridos son los últimos en enterarse!
El de ella, Luis Miguel Herrera, trabaja en el diario La Nación , solo que en un horario “normal” sin que esto sea problema para llevar un matrimonio que se acomoda a las circunstancias laborales.
Cuando Karina duerme, él trabaja; suena incómodo pero “le digo que estamos como de novios; a veces me escapo y almuerzo con él, si logro dormir bastante cocino o a veces paso a saludarlo y me devuelvo a la casa”.
Ellos se conocieron en La Prensa Libre ; trabajaron codo a codo y como él tenía más experiencia hicieron migas. En una que va y otra que venía terminaron de novios: “Al principio le dije que no, pero me comí las palabras y después tuve que proponérselo”. La verdad es que solo los ríos no se devuelven.
Más que dos son uno. Luis Miguel es paciente, cariñoso, comprensivo, bromista, aventurero y le da a Karina un aire de seguridad y eso es lo que le gusta.
Lo del marido viene a cuento porque Karina, sin ser lunática, tiene sus fases; una es la vida en pareja. Las otras tres son su trabajo, sus padres y sus endiabladas ganas de patear mundo.
Desde enero es noctámbula, aunque ya tiene dos años de laborar para canal 9, donde fue coordinadora de la edición estelar de Hoy en la Noche . Trabaja en ese horario de domingo a viernes; después del informativo tiene una reunión editorial con sus reporteros y va terminando por ahí de las 9 a. m.
Los primeros días aún tenía mucha energía y le costaba conciliar el sueño; ahora duerme casi seis horas y ya en la tarde está otra vez “de a tiro”, lista para otra trasnochada.
“Apenas salgo del canal me voy al gimnasio, hasta cansarme y al mediodía regreso a la casa”. Karina vive en Escazú y le queda relativamente cerca del canal, ubicado en Santa Ana.
Ella estudió periodismo en la Universidad Internacional de las Américas (UIA); desde el primer año de lecciones colaboró con el periódico universitario El Heraldo y se lanzó “a la calle”.
Realizó su práctica en canal 7; pasó a Universal Music donde se ganó su primer sueldo, por hacer algo que le encanta: la música. Vivió en un mundo de cantantes, tendencias, promociones y fans.
“Me fascina la música, bailar, cantar y cuando estoy con mis amigos hasta me subo a la tarima. En la fiesta de bodas había orquesta y me apunté a cantar”.
Dejó Universal para estudiar la maestría de comunicación y mercadeo en la Universidad Latina, donde incluso llegó a ser profesora. La veta pedagógica la desarrolla con sus colaboradores en el noticiero, con quienes comparte lo que sabe y les transmite su experiencia. A veces le dicen “mamá Karina”, porque los regaña con cariño, ajusta las tuercas, los aconseja y anda pendiente de ellos como la “gallina con los pollitos”.
Fungió como periodista y fotógrafa en una revista del Magisterio Nacional; fue asesora financiera y de mercadeo en CoopeCaja. Ejerció por seis años el periodismo político en La Prensa Libre , continuó en ExtraTV 42 y se pasó al Instituto Costarricense de Electricidad.
“Sentí que era una buena oportunidad y quise probar al otro lado de la acera en la sección de prensa y producción audiovisual; aprendí mucho y me di cuenta que el gusanito de los medios es adictivo y me salió la oportunidad en canal 9”.
En este canal empezó como conductora del tope, el carnaval, concursos y finalmente volvió a sus inicios: las noticias.
“Me cuesta mucho parar” y no es por “platera”, sino porque el dinero es un medio para disfrutar la vida con su familia. Ahorra de a poquitos y “cuando tengo una buena cantidad lo invierto en el banco. No soy agarrada, la vida es solo una; hay que compartir cuando es el momento”, afirmó.
Mezcla rara
Sí hasta aquí la vida de Karina suena “sui géneris”, aún más le parecerá el ¿por qué?. Según ella es el producto de una combinación genética particular: su madre fue monja y su padre trabajó en el área de seguridad de la Asamblea Legislativa.
Doña Ana Virginia dejó el convento y decidió estudiar enfermería; conoció a don Olman y se juntaron el cielo y la tierra. “Yo digo que mi vocación salió de combinar la malicia indígena de mi papá y el espíritu de servicio de mi mamá”.
Pasó una niñez feliz, pues la “metían en todo. Recibió clases de piano, estudió danza con Paulina Peralta y aprendió que todo se puede…si se quiere.
Aunque es hija única le gustaría tener un par de niños, pero dentro de unos tres o cuatro años porque, según ella, la profesión le demanda mucho tiempo.
Cuando tiene libre Karina se da una vueltecita por el cine, pasea, maneja y va a ver aviones al aeropuerto Juan Santamaría, porque le encantan las aeronaves y así libera tensiones.
Si hay alguien “pata caliente” es ella; nació con el pasaporte en una mano y la maleta en la otra. Desde que tuvo conciencia deseaba conocer otras culturas, lugares y gente.
“La gran oportunidad me llegó a los 15 años gracias a mis padres. Fui a un intercambio en Canadá y estuve un mes en Montreal, Quebec y Toronto”.
Es una trotamundos que colecciona globos terráqueos y se quiere comer el planeta. En Cuba obtuvo un diplomado en Globalización, en el Instituto José Martí; viajó a España y México; también recorrió Europa con sus papás.
Una vez, cuenta con picardía, estaba en el periódico y el jefe le preguntó si tenía visa, si hablaba inglés y un poco de francés. “¡Pues sí!” y obtuvo un viaje a Suiza.
Y es que a Karina nada la detiene porque ya llegó a 30 años –¡bien puestos, la verdad!– y está en una fase profesional y laboral de gran producción, que le permitirá forjarse un patrimonio y consolidar su carrera.
“Tengo muchas metas; debo crecer más como profesional; me gustaría trabajar en el exterior; concluir otra carrera y en el futuro tener mi propia programa y escribir”.
Buena para leer, pésima para contar chistes; peca de ingenua; le incomodan las poses falsas. Generosa con sus afectos, sus prioridades son: primero los demás, después el trabajo y al final... “Yo”.