Hasta el 2019, El señor de los Cielos tenía una estrella. Rafael Amaya había sido su protagonista por seis exitosas temporadas en las que interpretaba al narcotraficante Aurelio Casillas.
Sin embargo, para la sétima temporada, que se estrenó a finales de ese mismo año, el alma de la producción no estaba en el set (tuvo una participación especial). Amaya había desaparecido no solo de la producción de Telemundo, sino de las redes sociales y del ojo público.
En su momento surgieron muchos rumores sobre qué había pasado con él; sin embargo, luego medios internacionales revelaron que el actor estaba en rehabilitación por un tiempo debido a que tenía problemas con las drogas y el alcohol.
Pasaron tres años para que la cadena internacional anunciara una vez más por todo lo alto que la estrella de la narcoserie estaba de regreso en el set para filmar la octava temporada de El Señor de los Cielos, la franquicia más larga de Telemundo, en la que retomaría su papel protagónico.
“Estoy muy emocionado de regresar de la muerte. Ahora estoy viviendo un momento muy importante. ¡Arre!”, dijo el actor durante un evento virtual transmitido en vivo desde Telemundo Center.
La noticia se decantó como parte de un evento en el que Telemundo Studios dio a conocer las series originales en producción con las que sorprenderán en este año y en 2023.
Años oscuros
En el 2019 Rafael Amaya desapareció de forma repentina en televisión. Tiempo después se supo que el actor había sido ingresado a una clínica de rehabilitación tras permanecer escondido por un tiempo.
En ese entonces se dijo que los excesos, las drogas y el alcohol de Amaya fueron tales que el actor se llegó a creer el mismísimo Señor de los Cielos.
“Perdí mi paz interior, el amor que le tenía a mi familia, a mi trabajo. Poco a poco me fui sumergiendo en el fango oscuro del alcohol y las drogas, viviendo todos los excesos posibles habidos y por haber. Estuve mucho tiempo solo, haciéndole mucho daño a mis seres queridos, a mis amigos, a mis compañeros y al público también”, contaba en entrevista con People en el 2020.
Según dijo Amaya a la revista especializada, durante ocho meses vivió escondido en Europa, Centroamérica y Sudamérica. Usaba gorras y barba larga para pasar inadvertido. No podía vivir sin el alcohol ni tampoco la fiesta.
Cuando tocó fondo y no pudo más, le pidió ayuda a uno de sus amigos más cercanos, quien viajó de Sinaloa a Acapulco, México, donde se encontraba refugiado.
Fue en el 2020 que finalmente recibió atención en la clínica de rehabilitación de Culiacán Baja del Sol, propiedad del exboxeador mexicano Julio César Chávez y cuyo director era un familiar del actor.
“Llegó un poco psicótico, todavía creyéndose el Señor de los Cielos. Pero pasaron los días y ahora meses, y la evolución de Rafa ha sido increíble”, contaba en ese entonces el exboxeador a People.
Tras salir de rehabilitación y sanar muchas heridas, el actor volvió a Telemundo, que le mantuvo las puertas abiertas. En el 2021 la cadena estrenó la serie Malverde: El santo patrón, producción en la que le dieron la oportunidad de regresar.
“Eso estuvo muy bonito, la muestra de lealtad y también aceptar muchos errores que cometí, aceptar que somos seres humanos y que no está mal sentirse mal, que no está mal equivocarse, no somos robots (...). Nos puede pegar el ego, nos puede pegar la soberbia y si Dios te da una segunda oportunidad en la vida, pues qué bendición”, dijo en una más reciente entrevista a People.
Amaya, de 44 años, ahora afirma que “he cambiado muchas cosas, vamos envejeciendo día a día y vas cambiando tu forma de pensar, de ver las cosas. Es el día a día, el solo por hoy”.