La Editorial de la Universidad Estatal a Distancia (EUNED) ha tenido la acertada decisión de publicar el valioso estudio del profesor, teólogo y antropólogo Alexander Cortés Campos, sobre la religión de Mama Chi y su dinámica sincrética en el territorio ngöbe, de la región de Coto Brus en el sur de Costa Rica, particularmente en la comunidad de Brus Malis y algunos sectores de sus alrededores.
Esta investigación representa una importante aproximación, desde la antropología de la religión, al análisis e interpretación de las creencias y prácticas religiosas de la cultura ngöbe. Por supuesto, supone el estudio sistemático de la forma en que se relacionan los seres humanos con el medio; es decir, con la naturaleza, sus vínculos particulares entre los integrantes, así como percepciones y valoraciones de lo divino.
Resultado de un prolongado trabajo de campo, donde el autor debió convivir e insertarse con el estilo de vida ngöbe, conocer sus costumbres y recuperar pacientemente información de orden cualitativo sobre la cosmovisión de dicha cultura, la obra La religión de Mama Chi entre los ngöbes de Costa Rica viene a contribuir decididamente en la comprensión de los complejos procesos de sincretismo religioso, de una cultura que se extiende más allá de las fronteras políticas e imaginadas que separan las dos naciones más australes de América Central.
La obra se divide en cinco capítulos. El primero, titulado “Los territorios ngöbes en Costa Rica”, ofrece una visión general de los sectores del país donde históricamente se han instalado, aunque, a decir verdad, desarrolla particular atención en aquellos situados en la región de Coto Brus, donde se centra el estudio.
El capítulo segundo, denominado “Períodos históricos del pueblo ngöbe”, brinda al lector un recorrido de naturaleza histórica y arqueológica sobre los orígenes y evolución de este pueblo, desde la época prehispánica, hasta asuntos vinculados con su cotidianidad actual, pasando por la experiencia de la etapa de la conquista europea, los procesos de colonización y la vida republicana.
El capítulo tercero se llama “Mama Chi como movimiento social y como religión” y se preocupa por examinar aspectos particulares de la religión de Mama Chi como sus antecedentes, la forma en que se inserta en la cultura ngöbe, su vínculo con el cristianismo, sus formas rituales, la organización interna, el rol que en ella desempeñan las mujeres y la vigencia que la religión tiene entre los ngöbes que habitan en la actualidad estos territorios.
El capítulo cuarto, “Elementos sincréticos en el culto de Mama Chi”, aporta una rica interpretación simbólica de la representación de un conjunto de elementos visibles en la religión Mama Chi. Aquí, el sincretismo religioso se manifiesta por el uso de elementos como la cruz, el cacao, la chácara, el uso de letanías y la representación de las figuras de Dios-Jesucristo y la Virgen María. Cuestiones como la importancia y el reconocimiento del poder y la autoridad del Wachimán se ven mezcladas con prácticas religiosas como la danza, el palmoteo o la elevación de manos. Estamos ante la presencia de una cultura que en su religión manifiesta el contacto cultural, la conciliación de valores, el interés por armonizar.
En el capítulo quinto: “Las antinomias más representativas en la religión de Mama Chi”, Cortés se aboca a tratar un conjunto de discordancias presentes en la religión ngöbe, que resultan llamativas y dignas de atención. De acuerdo con el estudio del autor: “La religión de Mama Chi es cristiana y es indígena al mismo tiempo”; “es progresista y a la misma vez es conservadora; “a través de los años ha fomentado la etnicidad ngöbe, pero de forma simultánea ha servido de división y de conflicto social a nivel interno de la cultura indígena porque transforma la cultura tradicional”. Las evidencias antropológicas ofrecidas por Cortés dan un rico escenario interpretativo de los contrastes que el sincretismo revela y merecen ser estudiadas con detenimiento.
La lectura de una obra que nos acerca a una etnia y a una cultura tan poco conocida por los costarricenses, como los ngöbes, parece ser un asunto de compromiso ciudadano en una época donde la invisibilización de los derechos de las minorías se encuentra a la orden del día.