A mí, ninguna manzana me cayó en la cabeza, como a Newton. La física, siendo apenas una niña, se encargó de enseñarme cómo funciona la ley de la gravedad de una manera menos amable. Por ejemplo, cuando mi cabeza aterrizó sobre el filo de un portón de metal después de un mal salto desde unos escalones.
Las pequeñas gotas de sangre caliente que bajaban por mi frente fueron cayendo una por una al suelo, atraídas hacia el centro de la Tierra, como aquella célebre manzana. En ese momento aprendí la lección: a la gravedad se la respeta.
“El riesgo en la danza y acrobacia aérea es constante”, dice la argentina y artista circense aérea María José Pacayut, una de esas bailarinas que hace ver sencillo e inofensivo danzar a varios metros sobre el suelo y que se juega día a día su integridad física... por amor al arte.
Pacayut es una de las invitadas a la primera edición del Festival Internacional de Danza Aérea (FIDA), que animará Puerto Viejo y San José del 29 de abril al 8 de mayo.
“Parte de lo que hace atractiva a esta disciplina es ver las posibilidades que tiene una persona ahí arriba que cotidianamente no desarrolla. Si es tomado con conciencia desde el aprendizaje y desde el docente que imparte estas técnicas, se vuelve menos riesgoso”, comenta.
La danza aérea llegó a Costa Rica hace unos 17 años de manera “muy empírica”, según cuenta Carolina Cabañas, fundadora de Danzaire (academia productora del festival) y directora artística del encuentro.
“En el país, practican danza aérea alrededor de 300 o 400 personas”, comentó. “Ha tenido muchísimo auge, pero por mi experiencia y observación, he notado que no se ha practicado de la mejor manera. Es por eso que queremos traer técnicas diferentes y educar a personas que ya lo estén practicando para que lleven sus conocimientos a otro nivel. Además, queremos ofrecerle al público costarricense espectáculos de calidad mundial y generar espacios de la reflexión sobre esta disciplina”, agregó.
Celebrar la danza. Así nació la idea de crear el primer festival de este tipo realizado en Latinoamérica. Durante una semana se desarrollarán dos conversatorios, cuatro espectáculos (cada uno con varias presentaciones de artistas nacionales e internacionales) y 22 talleres.
“Lo primero que queremos hacer con este festival es aportar a la oferta cultural de San José, ya que, como sabemos, se ha convertido en los últimos años en una ciudad mucho más activa y culturalmente diversa”, afirmó Daniela Arias, directora general del festival.
El segundo objetivo, para Arias, es buscar profesionalizar el creciente gremio y una de las formas con la que esperan ayudar a lograrlo es exponiendo su trabajo, poniéndolos en contacto con el público y que interactúen con expertos internacionales.
El Festival de Danza Aérea está convocando a todo público a acercarse, ya sea especializado o no, para que descubran lo que esta disciplina ofrece. Habrá talleres para personas con un nivel básico y otros para artistas avanzados, además de las dos sedes en diferentes lugares para expandir su alcance.
Los asistentes a los talleres podrán conocer diferentes técnicas de la danza aérea, entre ellas trapecio, hamaca, tela y lira, así como innovadores aparatos como cadenas y más.
“Puerto Viejo es una de las sedes ya que, alrededor del mundo, suelen ser las capitales las que acaparan la oferta cultural. Las zonas alejadas son las que se ven un poquito más desprovistas”, añadió Arias. “La iniciativa surgió porque queríamos hacer el festival en San José y a aportar también en el área rural”.
Bailar en el aire. Para bailar, no se necesita tener los pies sobre la tierra. “La danza aérea no es un deporte, no es una práctica competitiva”, explicó Cabañas. “Es una disciplina artística que nace de la fusión entre la danza moderna o contemporánea y las técnicas circenses aéreas”.
En Costa Rica, se ha popularizado como “telas”, haciendo referencia a una práctica más deportiva y acrobática que a la disciplina artística.
Ana Prada, bailarina aérea de Colombia, invitada internacional con más de 20 años de experiencia dará dos talleres y participará en uno de los espectáculos. Para ella, la danza aérea mezcla la virtuosidad del circo con la expresión artística de la danza. “Tenemos un concepto o queremos expresar algo, pero el medio es el aire. Lo que hace que no sea un deporte es que no se trata solamente de hacer trucos, sino que tenemos algo que decir”.
Con ella concuerda Pacayut: “No todo tipo de acrobacia aérea es necesariamente danza. Se pueden trabajar todos los elementos aéreos desde la acrobacia, pero la danza está más orientada a las transiciones, a la expresión y al flujo del movimiento creativo. En la acrobacia son meros movimientos técnicos, escapes, subidas y bajadas”.
Evangelizar. Para Cabañas, los beneficios para quien lo practica sobran y los límites son barreras mentales que hay que arriesgarse a romper.
“Usted está trabajando su parte física, mental, emocional, se está desestresando, pierde el miedo, conoce su cuerpo, pierde peso, trabaja la conciencia corporal, la concentración. Es una disciplina que, aparte de ser estéticamente muy linda, trae muchísimos beneficios”, aseguró.
Los únicos requisitos, dice, son ganas y no darse por vencido, ya que la necesidad humana de colgarse y guindarse se ve desde niños, es natural. “Al principio va a ser un trabajo difícil, pero no hay que desanimarse. Yo nunca he tenido ningún estudiante que no lo haya logrado. He tenido personas de más de 45 años practicando, niños, personas con obesidad, en Europa hay programas para personas con discapacidad, entonces realmente es un arte del que cualquier persona puede disfrutar. Nada más hay que ponerse la meta y no rendirse”, agregó.
Las organizadoras esperan que esta primera edición convoque a más de 1.000 personas y FIDA se establezca como uno de los importantes festivales culturales del país, de la talla del Festival Internacional de Diseño, la Feria del Libro o el Festival Internacional de las Artes.
La danza aérea crece en seguidores. Si usted es uno de los que buscan desafiar la gravedad por amor al arte, este evento es para usted. Eso sí, a la manzana de Newton siempre hay que tenerla presente. A los miedos, no.