Entre los aires negativamente vaporosos que pesan sobre nuestras narices, por culpa de una mezcla absurda de política, religión y sexo en el país, tenemos una alegría: llega la última película de la trilogía de amores insensatos entre Anastasia Steele y Christian Grey, ahora bien casados como lo manda la ley (“los novios pueden besarse”).
El filme trae el título de Cincuenta sombras liberadas (2018; 50 Shades Freed), dirigido por James Foley, quien repite. Cuando digo que tenemos una alegría me refiero a eso, que es la última, que ya no vendrán más películas de la familia Grey. Confío en que así será.
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Por supuesto que con Cincuenta sombras liberadas tenemos secuencias de cama, cuando los personajes duermen y cuando hacen el amor, no importa el orden, y otras con efímeras visitas a la famosa habitación de Christian para el sadomasoquismo. Los desnudos –liberados y deliberados– giran más alrededor de la actriz Dakota Johnson, quien se esfuerza por actuar algo bien (como Anastasia).
Como Christian Trevelyan Grey, el actor Jamie Dornan nunca muestra sus partes íntimas, pero, eso sí, no tiene enfado en demostrar que es pésimo actor, para quien es lo mismo una borrachera, un orgasmo, un enojo, una alegría o lo que sea.
Quienes gustan de ver sexo estilo bondage (inmovilización del cuerpo de uno de los amantes), esta vez la película les quedará debiendo en comparación con las anteriores. En realidad, lo que permanece es un calco a medias que, si se quiere, marcha ahora con otro sentido.
Más bien, este tercer filme nos muestra cómo el matrimonio, sí, el sacrosanto matrimonio, logra convertir una pareja contradictoria en un “algo” donde la mujer puede o podría empoderarse un tanto, como querer llevar su propio apellido y no el del señor Grey.
Ahora, Anastasia es mujer que piensa menos en ir a la habitación erótica: ella quiere tener hijos y formar una familia, para disgusto temporal de Christian. Ella quiere tomar sus propias decisiones y hasta resulta heroína digna de un policial tipo thriller en un caso de secuestro. Si Anastasia lo logra o no es lo que cada uno debe averiguar con su presencia en el cine.
Lo peor de todo es que la continuidad narrativa sucede de manera inconexa: como ver saltar liebres sin sentido alguno, como ver a un cerdo con horqueta, que por donde empuja la horqueta ahí camina el animal. Así hasta la última imagen, que va a contrapelo de lo sucedido segundos antes.
“Cincuenta sombras liberadas” es pésimo catálogo de sex-shop que deviene en otro peor aún sobre el matrimonio, todo muy básico, con personajes que son monigotes y con la dirección más bien aperezada de James Foley.
Les repito un chiste de otro crítico de cine: aquí, Anastasia Steele se parece más bien a Susanita, la amiga de Mafalda, al hablar sobre la familia. Pasado el porno blando, acompañado de canciones que no vienen al caso, solo puedo decirles que no vale recomendarles este filme, pero sé que pocos me harán caso.
CINCUENTA SOMBRAS LIBERADAS
Título original: 50 Shades Freed
Estados Unidos, 2018
Género: Erótico
Dirección: James Foley
Elenco: Dakota Johnson, Jamie Dornan
Duración: 116 minutos
Cines: Nova, Cinépolis, CCM, Cinemark, Citi, Studio
Calificación: UNA estrella ( * ) de cinco posibles