Dos horas pasaron entre el momento en el que Mario Carrillo Quirós, un pescador de 56 años, pidió ayuda luego de que le cayera un rayo y la llegada de los oficiales del Servicio Nacional de Guardacostas que lo auxiliaron.
Aunque regularmente el hombre pasa mucho tiempo en el mar, esos 120 minutos se le hicieron eternos.
“Desde el percance hasta que llegaran los de Guardacostas y Cruz Roja fue una eternidad para mí, me ardía la cara y el ojo, le gritaba a otros pescadores, pero no me escuchaban, el motor se había apagado, estaba anclado y yo no sabía si venían o no por mí”, narró Carrillo a La Nación este jueves por la tarde, después de ser dado de alta del Hospital Monseñor Sanabria.
El accidente le ocurrió al pescador este miércoles a las 6:40 p. m., en la lancha Machón VIII, la cual se encontraba a 12 millas náuticas de Caldera.
Carrillo considera que tener platinas y tornillos en su rodilla es un factor que pudo incidir en el percance, aunque reconoce que tanto él como sus colegas sabe que están propensos a caída de rayos en época lluviosa.
“Empecé a alistar la cuerda con la carnada para tirarla, escuché un estruendo y luego vi el rayo venir directo, cayó en la lancha, casi que a mis pies y sentí un golpe en mi rostro, en mi ojo izquierdo que fue el más afectado, seguramente por el choque eléctrico.
"Me entró temor y lo que hice fue buscar el teléfono, no lo encontraba, comencé a buscarlo y estaba tirado en una esquina sin la tapa, a como pude lo alcancé, lo prendí, gracias a Dios encendió y llamé a mi esposa para pedir ayuda y que avisará a las autoridades”, explicó Carrillo sentado en una mecedora del corredor de su casa, en el barrio Carmen Lyra, en Barranca de Puntarenas.
Durante sus 30 años como pescador artesanal, nunca se había llevado ningún susto, por lo que considera lo ocurrido como un milagro.
“Uno como pescador le teme a los rayos, más cuando está el clima lluvioso. Para mí fue una platina y los tornillos que tengo los que hicieron que el rayo se fuese directo adonde yo estaba, uno queda aturdido, pero es un milagro que yo este vivo", enfatizó.
Para su esposa, Blanca Arroyo Acuña, y sus cuatro hijos, lo vivido este miércoles fue desesperante, ya que tras recibir la llamada no conocían el estado de su pariente.
“Recibí la llamada de mi esposo y escucharlo llorando y muy asustado fue desesperante, me dijo que llamara a las autoridades para que fueran por él porque le había caído un rayo, al escuchar eso yo sentí lo peor, pero esperé por un milagro y así fue, un milagro me lo tiene de vuelta a casa”, detalló doña Blanca.
Sus hijas reconocen que tener a su padre en casa es una bendición y esperan que luego de lo sucedido su padre deje de pescar, aunque reconocen que es la forma en la que don Mario se ha ganado la vida siempre.
“Quisiera que él no siguiera más en la pesca, es mucho el peligro que ellos (los pescadores) viven en el mar, pero mi padre es un hombre luchador y es a lo que se ha dedicado en casi 30 años, el tenerlo acá es una bendición”, expresó su hijastra, Cinthia Mendoza.
Recomendaciones
De acuerdo con el Instituto Meteorológico Nacional (IMN), las tormentas eléctricas en Costa Rica se presentan durante la mayor parte del año, por lo que lo recomendable es que al escuchar un trueno, las personas que están trabajando o en labores de entretenimiento al aire libre se trasladen a un sitio seco y seguro.
Otras recomendaciones son evitar colocarse debajo de un árbol aislado y no manejar herramientas u objetos metálicos.
Tampoco se recomienda usar sombrillas o paraguas con punta metálica.
Cada rayo tiene un voltaje capaz de encender 100.000 bombillos de 100 voltios cada uno. Además, la mayoría de las descargas se queda en la nube, otra parte cae al mar y el resto a tierra firme.
Hasta el 15 de agosto de este año, las autoridades contabilizaban la muerte de tres personas por caídas de rayos. Se trata de dos peones agrícolas y un guía turístico, quienes murieron mientras trabajaban.
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