Esta es la crónica de una muerte anunciada:
“Mi crush y yo hicimos match en la app de citas. Ya pasamos a otro nivel porque le dio follow a mi cuenta de Instagram y me envió un friend request a Facebook. Likes van y vienen. Espero un DM para que avancemos en la relación”.
“No hemos salido, no nos hemos visto en persona; pero todo va cool. Le da like a mis post y comenta cada estado que publico. Está muy pendiente de mis actividades y comparte los videos que subo a TikTok. Vivimos una gran etapa de nuestra relación”.
“Ha pasado una semana y ya no hay interacción. No me escribe al WhatsApp, tampoco en Instragram o Facebook. Su TikTok ya no existe. Creo que terminamos y no me lo dijo. Me ghosteó”.
“Yo sigo revisando sus estados. Publico fotos divertidas para que vea que no me afecta, pero su nick no sale en mi lista de views”.
En resumen: tuvo un crush, hicieron match, hubo interacting, le hicieron ghosting y luego aplicó aquello del stalking. Mejor dicho: se enamoró, coincidieron, hubo interacción, lo o la ignoraron y al final acechó.
¿Le suena conocido?
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Ya aquello de mandar cartas románticas bañadas en perfume, un arreglo de flores para una invitación a salir o, peor aún, de tener la delicadeza de terminar una relación cara a cara, está pasadísimo de moda, oldie. O al menos así nos lo ha hecho creer la era tech de las relaciones amorosas.
Desde que nacieron las redes sociales, la interacción humana ha decaído: de eso no hay ninguna duda. Y aunque la tecnología nos ayuda a estar más cerca de seres queridos que están a la distancia, nos aleja de los que están cerca. Ahora todo se hace por medio de una pantalla: un smartphone, una computadora, una tablet; todo es online.
En cuestiones del amor, ser soltero en tiempos de redes sociales (RRSS) es toda una odisea. La mecánica de cómo nos tratamos entre nosotros ha cambiado y, aunque nos cueste, tenemos que adaptarnos.
En el camino han surgido conceptos (la mayoría de ellos anglicismos) que se ajustan a lo que viven los enamorados (o no) en los terribles tiempos de RRSS. Muchos son manejados al dedillo por la generación Y (millenials, nacidos entre 1980 y mediados de la década de los 90, aproximadamente), pero para los que pasan de los 50 años de edad, la noción de estos significados puede tornarse un poco complicada.
El amor ha sido históricamente una base de la sociedad, con sus altos, sus nubes en forma de corazón, sus suspiros perdidos, canciones dedicadas en la radio y hasta con sus decepciones. Parece que todo es inherente a la necesidad que tenemos los seres humanos de sentirnos amados, pero lidiar ahora con términos como ghosting, orbiting, zombieing, cushioning, friendzone o fleabanging pone la situación cuesta arriba para los “cincuentones”.
Por esto nos dimos a la tarea de acuñar y explicar algunos de estos conceptos para entender aunque sea un poco de cómo se manejan las relaciones por WhastApp, Instagram, Facebook, Twitter y toda red social que nos ataca en esta realidad.
Pero antes vamos a analizar un poco cómo nos afecta como seres humanos el hecho de que las relaciones personales ya no sean tan personales.
Cortar por lo sano
Puede costar, puede ser muy difícil, pero cuando se es “víctima” de una relación cibernética tóxica y sus posibles juegos mentales, lo mejor es cortar por lo sano.
La psicóloga costarricense María Esther Flores recomienda que una persona que se descubra en esta espiral de relaciones debe de tomar las riendas de su vida y cerrar aplicaciones y redes por un buen tiempo y, principalmente, alejarse de aquella persona que le está haciendo daño.
Las señales son muy claras, hay que hacerles caso para retirarse y seguir con la vida. “La nomenclatura es muy creativa y propia de la dinámica cibernética. En la vida real pasaba, solo que no se le ponía un nombre porque era el fluir de la vida, había un abandono físico más claro”, explicó la especialista en temas de familia y relaciones afectivas.
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“A nivel emocional estos términos nos ayudan a entender qué es lo que está pretendiendo la otra persona con nosotros. Nos pueden ayudar a tomar una decisión: si seguir ilusionándonos o no, porque al final son relaciones que tienen mucho de platónico, no son tan reales”, agregó.
Lo anterior se refiere a que muchas veces el problema recae en el imaginario porque alguna de las dos personas involucradas cree que hay una relación. Este sentimiento es provocado por la soledad, por el aislamiento y, en tiempos más recientes, por la restricción de las relaciones sociales debido a la pandemia.
“El ser humano busca salidas y la inmediata son las relaciones digitales”, afirmó la psicóloga.
En un texto publicado en el sitio de la BBC, la psicóloga Persia Lawson afirmó que la aplicación de estas actitudes cibernáuticas se debe a que muchos lo hacen para “mantener abiertas sus opciones”.
La experta explicó que hay dos grandes tendencias relacionadas al uso de las tecnologías afectivas (¡qué buen concepto!). La primera de ellas ayuda a la búsqueda de pareja y ampliar el espectro de parejas potenciales, o sea que las redes sociales y la Internet nos ayudan a tener un mar de opciones que nos facilita el emparejamiento, afirmó.
La otra es el uso de mecanismos de control que fomentan la vigilancia, porque, bien o mal, todos estamos expuestos a que nos revisen la vida en las redes.
Flores agregó que las actitudes de los ”victimarios” demuestran inmadurez y falta de algunos principios básicos en las relaciones interpersonales. “La relación es tan mágica que el que se va dice: ‘yo no prometí nada’. Se da el permiso de crear una fantasía sin ningún vínculo, es un jugueteo. El problema es cuando uno de los dos cree que todo es verdad. Al no establecer reglas, al no ponerle un nombre y un apellido a la relación no se sabe para dónde va. Es permisivo”, aseveró Flores.
La conducta ha cambiado en las últimas dos décadas porque básicamente estamos conectados y disponibles la mayor parte del tiempo; estamos a la distancia de un clic o de deslizar una pantalla. En este aspecto la psicóloga afirma que la tecnología se debe de usar como un complemento en la relación, no como la base.
Las generaciones anteriores a los millenials todavía guardan ese halo de ilusión a la hora de cortejar a alguien; sin embargo, después de la generación Y la situación se pone peor: los de la generación Z (nacidos entre la mitad de los 90 hasta pasados los 2000) no tienen una noción de cómo era todo el romance antes porque ellos básicamente nacieron con un aparato tecnológico en la mano.
Los de la generación Z no están acostumbrados a aquello de hacer una visita para pedir la mano de su enamorada o aceptar la proposición. Es casi impensable una pareja de veinteañeros que no se haya conocido por medio de Instagram, por ejemplo.
La BBC agrega que debido a que pasamos mucho tiempo socializando en las nuevas tecnologías, el contacto interpersonal se ha vuelto más incómodo. Esta es una de las razones por las cuales las relaciones se han vuelto afectivas tecnológicas.
Aclarado lo anterior, vamos a los conceptos.
Glosario de amor en tiempos de redes
Ghosting (la fantasmeada): No contesta mensajes, no los envía tampoco; pero de un momento a otro, sin dar ninguna explicación. Dejan “en visto” a la otra persona, simplemente desaparecen de la faz de Internet, no dejan ningún rastro. Son especialistas en huir, en no decir las cosas de frente, por lo general son personas egoístas (aunque algunos pueden experimentar remordimiento). Hacer ghosting es una manera muy cruel de acabar con una relación (sea del tipo que sea), porque al no haber una explicación, la persona a la que se le aplica el ghosteo generalmente amplía el tiempo de “duelo” cuando termina una relación personal y su autoestima se ve afectada.
Zombieing/Haunting/Caspering (volver de la muerte): Esta es la evolución del anterior concepto porque la persona desaparece sin ninguna razón y al pasar los días ¡zaz!: revivió. Es una actitud muy cruel también porque cuando se cree que se superó el ghosting, aparecen como si no hubiera pasado nada. Los típicos mensajes de: “¿Qué te has hecho?” o “¿Tanto tiempo, perdido/a?” son utilizados por estos zombis o cazadores. Según los expertos, estas estrategias lo único que demuestran son insensibilidad, baja autoestima y cobardía, así como una escasa educación afectiva y sexual.
Zombieing también se puede aplicar a la persona que, en cuanto entra ese mensaje, se “arrastra” desesperada para aferrarse a la ilusión que el otro o la otra le provoca con su aparición de la nada. El “atacado” suele justificar el comportamiento y se deja de nuevo enredar en la relación.
Curving (el que se quita el tiro): Otra de las evoluciones del ghosting. En este caso solo pasan algunos días en que no contestan mensajes o tienen interacción. Si fueran beisbolistas, jugarían en las grandes ligas porque son expertos a darle batazos a la otra persona, por ejemplo: “Estaba muy ocupada”, “Mi teléfono se dañó”, “Podemos salir un día de estos”. El rechazo es difícil para ellos y ellas, por lo que nunca lo harán ni lo dirán; simplemente tiran bolas curvas para “quitarse el tiro”, sin dañar a nadie, aunque sí lo hacen.
Benching (el paño de lágrimas o peor es nada): ¿Les suena eso de estar en la banca, de no ser titular? Por ahí anda la situación. Quienes aplican el benching no tienen a la otra persona como prioridad, sino que la mantienen como un “por si acaso te necesito”, el famoso “segundo plato”, un “sí, pero no”. La estrategia es enviar mensajes esporádicamente para que la interacción no se pierda, pero un encuentro personal y físico solo se da cuando quien hace benching lo quiere o lo necesita.
Tuning (el sí, pero no): Es muy similar al anterior. La persona afectada está en banca, sí, pero el que hace el tuning sí tiene un interés hacia esa persona, solo que no da el paso por una serie de situaciones. El interés sí existe, pero no lo dicen directamente pues hay cierta desconfianza y quieren conocer mejor a la otra persona.
Orbiting (rondar): Esta acción consiste en estar muy pendiente de las actividades que alguien publica en redes sociales, dar likes a las publicaciones e incluso hacer comentarios, pero hasta ahí. Todo se limita a demostrar que están presentes, pero nada más virtualmente. No hay una verdadera interacción, solo dejan pistas para que la persona sepa que todavía existen, pero dejan muy en claro que no quieren nada más allá.
Slow Fade (desaparecer lentamente): Es descolar a alguien de manera lenta, “sin dolor”. Es como hacer una dieta y dejar de comer poco a poco grasas o harinas; van dejando un rastro de señales ambiguas y sutiles que el o la afectada no nota hasta que se dan por enterados de que su interés romántico desapareció.
Cushioning (pesca de arrastre): El concepto pesca de arrastre es tan impactante en la realidad como en las ciber-relaciones. Es, como la metáfora lo indica, tirar una red de pesca para ver quién pica y saber que en cualquier momento tenemos a alguien para sustituir a la pareja o satisfacer necesidades. Quienes la aplican generalmente están en una relación y aparecen (muchas veces con un mensaje genérico para varios destinatarios) cada cierto tiempo para tantear cómo está la situación.
Breadcrumbing (dar migajas): Sí, al mejor estilo de Hansel y Gretel. Se trata de ir dando señales, pero solo cuando yo estoy interesado o interesada suficientemente en alguien como para no dejarlo ir y convertirlo en un un posible benching o tuning. El receptor no es prioridad, pero no te dejan ni te tienen; es ejercer una especie de control sobre la otra persona por medio de la manipulación. Quienes practican el breadcrumbing suelen ser irrespetuosos, carentes de empatía y de habilidades sociales y emocionales.
Catfishing (usurpadores): Esta práctica se da desde tiempos inmemorables en las redes sociales. Consiste en presentarnos como lo que no somos: perfectos, buenas personas, guapos, inteligentes o divertidos; todo para conquistar en el amplio mundo de la web. Sin embargo, a la hora de pasar de la virtualidad al hecho real mostramos toda la verdad. Es usurpar una personalidad que nada tiene que ver con la realidad.
Kittenfishing (las fotos con filtros): Esta es una variedad de la anterior, pero llega a aspectos más físicos porque además de mostrarse con personalidades que nada tienen que ver con uno, se presentan fotografías modificadas con filtros (que abundan en las redes sociales) o imágenes de hace varios años cuando eran más jóvenes. “Es que no tengo fotos nuevas, he cambiado un poco, nada más”, suelen decir..
Cuffing (temporada de caza): Navidad, Año Nuevo, San Valentín y los cumpleaños son fechas que podemos catalogar como las temporadas de caza para quienes hacen cuffing en las redes sociales. Estar sin pareja en ocasiones especiales los vuelve locos y se ponen a buscar a cualquier persona para no estar solos, pero después de las fiestas... si te vi, no me acuerdo.
Bonos de las relaciones
Pocketing (que sea nuestro secreto): Crees que estás en la relación ideal, la pareja está en buen plan, la pasan bien y disfrutan de su compañía, pero siempre y cuando todo queda entre ustedes dos, que nadie más se de cuenta. Es tener una relación a “escondidas” y no siempre las dos partes están de acuerdo, aunque a veces pueda que sí y que ambos prefieran mantenerlo todo para ellos solos.
Fleabanging (seguir la corriente, como una bandera): ¿Quiere resultados diferentes, pero sigue haciendo lo mismo? Esa es una situación de fleabanging. Se da cuando una persona quiere una relación estable y sana, pero sigue aceptando muchas de las actitudes que hemos explicado anteriormente. Siguen saliendo con los mismos tipos de personas inestables e inseguras, pero tienen la esperanza de que algún día todo cambie.
Situationship (los amigos con derechos): Cada quien hace lo que quiera; son pero no son. Cuando están juntos la pasan muy bien, pero no hay ningún tipo de compromiso. Es una relación abierta, sin etiquetas.
Stalking (los acosadores): Existen y muchos. Puede ser algo “leve”, como espiar las redes sociales, fotografías y publicaciones; pero también puede convertirse en un verdadero problema cuando de la virtualidad pasan a la realidad. Los stalkers son investigadores y cuando se obsesionan con alguien pueden incurrir en acosos de toda índole.
Sexting (mensajes calientes): Tiene muchos años en boga: el sexo pasó a ser virtual y entretenido, pero dejó de ser físico. La mayoría de las veces los mensajes candentes se pasan entre una persona y la otra, también comparten fotos y videos. Hay interacción sexual, pero cada uno por su lado.
Crush (el flechazo): Cuando no puede pensar en otra cosa más que en esa persona que se idealiza. Se está en modo enamoramiento, es un flechazo. Muchas veces puede ser un amor imposible, otras no. La palabra crush en inglés se puede traducir como aplastar o aplastamiento, también está la traducción de crushing que es aplastante, o crusher que significa trituradora. Todos los conceptos hacen referencia a ese sentimiento de que el pecho siente un apretón cuando se ve a esa persona especial.
Friendzone (amigo por siempre): La zona de los amigos por siempre. A muchos nos ha enviado a esa zona nuestro crush. Es el amigo que siempre estará ahí para los demás, pero por el que no sentimos ningún tipo de atracción romántica.