Tarik Soto incursionó en la gimnasia desde que tenía seis años. Aquel niño esforzado, constante y disciplinado iba creciendo entre rutinas y aparatos hasta convertirse en el costarricense con más currículo en ese deporte.
Después de 20 años como gimnasta, coleccionando alegrías y tristezas, satisfacciones y momentos duros, a mediados de diciembre del 2019 decidió ponerle punto final a su carrera como atleta.
Él necesitaba un respiro, cambiar de aires y desarrollar otras actividades que había dejado en pausa por el deporte, como los estudios, o la danza.
Lo intentó, pero no duró mucho tiempo desligado de ese deporte al que se dedicó toda la vida.
“Ahorita estoy trabajando como entrenador en el Club Gimnástico Carbonell, trabajo en conjunto con la profesora Ana Rivero con un equipo de competencia de niñas que van entre los 7 y 12 años. Necesitaba despejarme un poco, porque es parte de la vida de uno tras estar en esto 24/7 por 20 años, era mucho, pero también estoy abierto a ayudar en lo que sea que pueda en la gimnasia”, expresó Soto en charla con La Nación.
Su decisión no solo se basó en el deseo de pasar a una nueva etapa y vivir algo distinto de lo que había hecho siempre.
“A eso se suman las lesiones, no me limitan, yo físicamente soy capaz de hacer gimnasia, estoy recuperado, pero cuando uno hace deporte de alto rendimiento sabe que las lesiones son parte de la carrera en algún momento y recuperarse implica un esfuerzo físico y mental muy grande y ahorita no me siento con la disposición de hacerlo”.
Recordó que cuando volvió de Japón en 2017, se tomó un descanso. Cuando volvió a hacer gimnasia, había considerado que sería su último ciclo, independientemente de que se haya roto el tendón de Aquiles.
“Tenía Tokio 2020 en mente, pero esa lesión fue a falta 6 meses para el Mundial. Sí me pude recuperar para todos los aparatos, pero no era una recuperación total para poder hacer lo que yo era capaz de hacer, o lo que venía entrenando hasta ese momento. Lo que me tenía dudoso para retirarme era que me faltaba ese check en la lista de cosas que me hubiese gustado lograr como gimnasta”, apuntó.
Indicó que la mayoría de deportistas del alto rendimiento son muy ambiciosos y que para todos, el sueño es ir a unos Juegos Olímpicos.
“Yo estuve muy cerca, no se dio por situaciones ajenas a mí. En el 2016 que estaba preparándome para el Preolímpico, me entrenaba en Guadalajara, repentinamente cerraron el gimnasio y me tuve que devolver a Costa Rica. Hubo una interrupción en el proceso que yo llevaba en México, aparte de que estaba lidiando con dos hernias de disco en las lumbares”.
Eso lo llevó a comprender que una carrera exitosa no se marca por ir o no a unos Juegos Olímpicos. Fue parte del primer equipo que ganó unos Juegos Centroamericanos y monarca centroamericano dos veces seguidas, que era algo que no se había hecho en Costa Rica.
Participó en Juegos Centroamericanos y del Caribe, Panamericanos, Mundiales y Copas del Mundo.
“Llegué a ser finalista en muchas de las competencias, con los mejores y eso es algo para celebrar también. Yo aprendí a apreciar mi carrera y me dio paz para la decisión de poner un hasta aquí y seguir adelante con otras cosas que me gustarían hacer”.
Sabe que contribuyó a que se cambiara la perspectiva, porque en Costa Rica, antes se creía que la práctica de la gimnasia acababa al salir del colegio.
“No se pensaba en hacer ciclos olímpicos, entonces es una satisfacción para mí el romper esquemas, porque busqué un poquito más. Todas esas vueltas y todos esos ejercicios son muy difíciles y cuando un atleta logra que parezca fácil habla de la cantidad de horas que se pasan en el gimnasio tratando de perfeccionar todo”.
Entre 3 y 6 años es la edad ideal para iniciar en la gimnasia, pensando en alto rendimiento.
“Si se llega a competir en categoría mayor, las mujeres es a los 16 y los hombres a los 18 años. Aún así, uno extiende la carrera muchos años. Se llega a entrenar siete horas diarias, 36 horas semanales y todo eso era para hora y media de competencia. Imagínese cuánto se entrena en años y aún así se ven errores que reflejan la presión por las medallas, el representar al país y todas estas cosas”.
Insistió en que toma demasiados años de repeticiones y de elementos, para que la gimnasia llegue a ser tan automática.
Recordó que sus primeros Juegos Panamericanos fueron en Guadalajara en 2011 y que llevaba una presión adicional.
“Yo competía en la segunda semana y cuando empezaron los Juegos a los atletas ticos los estaban destruyendo en ese momento en la prensa. Hubo una columna que se llamaba ‘Personas que fueron a hacer el ridículo’ y entonces yo iba asustadísimo a competir, creía que si me equivocaba me castigarían o hablarían de mí así”.
Además, dijo: “Me parecía muy triste que la gente no tuviera la perspectiva de cómo funcionan las cosas, de ver que estábamos ante potencias. Por dicha siento que las cosas me salieron bastante bien, no sufrí tanto esa parte, pero era frustrante, porque las personas no tienen idea de la falta de apoyo, de recursos y las lesiones, los dolores, de todo lo que influye”.
Al consultársele qué representa Carlos Carbonell para él, contó: “Ni siquiera fue que yo llegué a entrenar con él, sino que él me vio entrenando y se acercó a mis padres a decirles que él quería entrenarme. En Costa Rica es la única persona que me podía dar esa formación y que me abrió las puertas a que aprovechara el entrenamiento en Guadalajara y seguir creciendo, o la oportunidad de ir a Japón”.
También le ayudó a que sus papás tuvieran una idea de qué necesitaba para poder llegar a ese nivel, dándole importancia a los fogueos, de competir siendo infantil o juvenil y salir a entrenar.
“Yo les agradezco a mis papás por ese sacrificio económico tan grande que se hizo y el profe Carbonell me dio demasiadas bases como gimnasta y deportista en general”.
Hoy, la gimnasia tica cuenta con una selección mayor y una selección juvenil.
“No es una selección tan grande como las de otros países, pero es importante que haya más gente buscando una plaza porque ayuda a que el nivel siga creciendo. Cuando yo empecé no habían más de cinco gimnasios, hoy vemos más”.
De San José 2013 tiene buenos recuerdos. Fue la primera vez que compitió en casa y supo que podía dar más.
“Antes de esos Centroamericanos sentía que me había estancado, pero vino la oportunidad de ir a entrenar a México, de ir al Mundial de Universidades en Rusia, crecí mucho y puedo decir que en todos los años que hice gimnasia me mantuve en un crecimiento constante, entonces, también viéndolo así, fue un trampolín a buscar alcanzar mi potencial como gimnasta”, finalizó.