Nació en Montevideo, Uruguay, pero se siente un costarricense más. Vino por una oportunidad de trabajo, se quedó y ya tiene 37 años de vivir en el país.
Está agradecido con el trato y las muestras de cariño que le dan los costarricenses, pero Gustavo De Simone hace una pausa, vuelve al pasado y recuerda un momento en su carrera como entrenador que lo golpeó y todavía lo tiene aturdido.
Entre 1987 y 1989, De Simone dirigió a la Selección Nacional, pero fue separado previo a la eliminatoria hacia el inolvidable Mundial de Italia 1990.
“Fue una época muy linda, muy bonita. Siempre le agradecí a Costa Rica porque me han reconocido mi labor. Estuve tres años en la Selección con buenos resultados, pero a mí y a muchos les sorprendió cuando la directiva de aquel momento me quitó del puesto”, dijo Gustavo De Simone en entrevista con La Nación.
A mediados del año 1988, fue relevado y sustituido por el dúo formado por Marvin Rodríguez y el español Antonio Moyano Reina. Moyano solo estuvo en cuatro partidos de la pentagonal final de la Concacaf al Mundial de Italia 1990. El boleto mundialista lo logró Rodríguez en los siguientes tres juegos.
Treinta y cinco años y siete meses después de aquel despido que, según De Simone, le informó Hermes Navarro, quien en ese entonces era miembro del Comité Ejecutivo de la Federación Costarricense de Fútbol, el entrenador sigue pensando que cometieron una injusticia con él.
“Fue una injusticia, pero no lo dije yo, lo dijo todo el país cuando me sacaron de la Selección. A mí no me echaron los resultados, me echó gente que quiso imponerme jugadores y yo nunca acepté eso en selecciones, ni en equipos”, manifestó Gustavo De Simone.
A sus 75 años, el charrúa sigue activo, aclaró que no se ha retirado de la dirección técnica y de inmediato recordó a grandes figuras que estuvieron con él en aquella Tricolor que marcó historia en el verano italiano. Luis Gabelo Conejo, Róger Flores, Vladimir Quesada, Héctor Marchena, Juan Arnoldo Cayasso, Claudio Jara y Hernán Medford, son algunos de los nombres que se le vinieron a la memoria a De Simone.
Con orgullo y alzando un poco la voz, dijo: “Yo la hice, yo hice a esa Selección”. Recordó que enfrentaron a equipos europeos y le ganaron a todos, alemanes e italianos.
“De lo que hizo Bora (Velibor Mulitinović) en el Mundial, yo había dejado adelantado. De los 11 jugadores que estuvieron en el primer partido del Mundial del 90, los 11 actuaron conmigo en Panamá (primera fase de la eliminatoria), entonces algo quedó”, afirmó el charrúa.
De Simone contó una anécdota, quizá poco conocida, pero sin rencores, ayudó cuando le pidieron colaboración y ya no era parte de la Selección.
“Días antes del último partido eliminatorio contra El Salvador, Marvin (Rodríguez) me fue a buscar a mi casa. Me dijo que los jugadores querían que yo estuviera con ellos. Yo les fui a ayudar y estuve entrenando con ellos, porque sabía que íbamos al Mundial”, dijo el uruguayo.
A De Simone lo trajeron para que se hiciera cargo de Cartaginés, expresó que le fue muy bien, tenía al equipo en el primer lugar, por lo que, según él, la afición y la prensa, obligaron a los dirigentes para que lo nombraran seleccionador nacional.
Tras su salida de la escuadra nacional, estuvo con Herediano, Limón, la selección de Panamá, equipos en El Salvador, Guatemala, España, Estados Unidos, Colombia y Taiwán. También dirigió a Sagrada Familia en segunda división en el 2002.
Hoy, Gustavo De Simone sigue cerca de lo que tanto le apasiona, el fútbol. Es el técnico de la tercera división de la Asociación Deportiva San Rafael Júnior, de San Rafael de Alajuela, equipo que busca el ascenso a la Segunda B de la Liga Nacional de Fútbol Aficionado (Linafa).
“Tengo 53 años involucrado en el fútbol, de ellos 38 como entrenador y 15 como jugador. Uno siempre anda detrás del balón”, señaló Gustavo De Simone, quien hace una semana participó en la actividad de beneficencia para Edwin Sarapiquí Salazar, quien padece cáncer.