Este domingo se reúnen la cabeza de la Fedefútbol y varios opositores de la pasada elección. Según dice La Nación, “para tratar de salvar a Costa Rica de una sanción de la FIFA”.
El castigo vendría, conforme a una carta que supuestamente recibió la Federación, porque Infantino y compañía reconocen al Comité Ejecutivo encabezado por Rodolfo Villalobos.
Se ha vendido la idea de que, según esa misiva, no hay forma de revisar lo ocurrido el 23 de agosto, cuando se produjo la elección. No creo que la prevención de FIFA tenga esos alcances y, si así fuera, sería inadmisible.
¡Como admitir que Infantino vaya de país en país, cada cuatro años, nombrando a los directores de las federaciones, a sus amigos! O que para acceder a un puesto en el Comité primero hay que recibir un like en el Facebook del señor presidente.
Retirar la solicitud de fiscalización en trámite en el Registro Nacional no debería ser tema de negociación. Tampoco su no retiro puede servir de pretexto para sancionar al país. Porque estaríamos entregando la soberanía a la FIFA, a la que la legalidad le importaría un pepino.
Uno de los argumentos por los que en teoría Infantino apoya al grupo electo, es porque para la FIFA lo importante es el apego a sus normas y no a las de cada país miembro.
Eso, que suena terrorífico, ni siquiera es el caso de Costa Rica. Porque más allá de que supuestamente se ha violentado leyes internas al designar a varios de los votantes, también se violó la propia regulación FIFA.
Los estatutos de la Liga de Ascenso dicen que los asambleístas para votar deben nombrarse por Asamblea, como lo ordena FIFA. Y para la legislación local, tiene que prevalecer la voluntad de quienes comparecen a constituir un ente jurídico. O sea, los estatutos.
En este punto no discrepan FIFA y las normas locales. Según la denuncia que conoce el Registro, varios de los asambleístas de la Liga de Ascenso no fueron designados en Asamblea, violentando los estatutos de la entidad.
Una cosa es que el gobierno de un país interfiera por cuestiones políticas o religiosas en la Fedefútbol, y otra que lo haga por motivo de legalidad. Lo primero está prohibido por FIFA. Lo segundo no, y menos si esa supuesta irregularidad afecta tanto las normas caseras como las del ente mundial.
Sin importar lo que negocien, el Registro debe amarrarse los pantalones y fallar lo que corresponda. Sin temor a si doña FIFA se enoja o no.