La euforia por el clásico nacional ni siquiera había calentado, cuando en el parque de Tibás ya estaba la Fuerza Pública deteniendo pleitos entre integrantes de La Ultra.
Tampoco fue necesario que hubiera aficionados del equipo rival, porque a casi cuatro horas del partido, esto no se trataba de fútbol.
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Como muchas veces sucede, las riñas en las que están involucradas estas personas sobrepasan su supuesta pasión por el fútbol o, en este caso, el Saprissa..
De acuerdo a declaraciones dadas por el director de Fuerza Pública, Daniel Calderón, La Ultra convocó ayer al mediodía a “una actividad para generar acercamiento”.
Sin embargo, fue necesaria la intervención, porque se dieron hechos de violencia, “de alteración al orden público”, pese a la presencia de incluso la policía montada. Aunque en ese momento no pasó a más, las diferencias se trasladaron a la gradería sur de la Cueva.
Aunque los equipos de Primera División tomaron desde tiempo atrás la determinación de impedir la entrada a la barra rival, esa medida, aunque ayudó, está lejos de ser la medicina definitiva a la enfermedad.
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Así quedó demostrado este domingo en la Cueva, donde se confirma la marcada división en un mismo grupo.
Los miembros de esta barra nacen en diferentes sectores del país, sobre todo en la capital, y entre ellos hay discrepancias. Desde ahí empiezan los problemas.
“A través de las actividades de acercamiento que hemos realizado con barras, tenemos información de disputas que se dan entre ellos, muchas veces tienen origen en sectores de donde provienen estas barras. Con esta barra, el año pasado hubo una división importante que nos generó hechos de violencia, aparentemente eso estaba solucionado”, expresó Calderón.
Las barras obligan a la fuerza pública a redoblar esfuerzos y no es extraño escuchar el reclamo de la ciudadanía en general cuando ve a la policía dedicando recursos, por ejemplo, a custodiar el autobús de los temidos aficionados, sobre todo ante partidos importantes. La Fuerza Pública se ve obligada, pues cuando se altera el orden público, fuera o dentro de un estadio, deben intervenir.
El trabajo, asegura Calderón, se inicia desde el momento en que se trasladan o hacen actividades como las del domingo.
Tenemos que destinar recursos, no siempre escoltas permanentes, pero cuando van pasando por regiones se van destinando recursos para que no vayan generando problemas, que ciertamente los hemos tenido; problemas de asaltos, de desorden... no importa a qué parte del país vayan, no importa de cuál barra se trate, todos los fines de semana tenemos que atender situaciones de estas", añadió.
El escenario ideal para la Fuerza Pública, los ciudadanos y el fútbol es la desaparición de estos grupos organizados. Sin embargo, mientras existán seguirán demandado la intervención de la Policía.
Eso lo tiene claro Calderón, quien explicó que continuarán trabajando de esta forma, así como en la prevención, como sucedió días atrás. Otra dificultad en este intento por capacitarlos o hacerlos entrar en razón es que no van todos, pues algunos están en desacuerdo.
Según Calderón son sectores más violentos, resistentes a participar. Personas de ese perfil son las que tampoco atienden el llamado de los supuestos líderes de la barra cuando se generan pleitos.
"Durante la riña había algunos líderes pero hay momentos en que no atienden ningún liderazgo, hemos tenido experiencias en que tratan de intervenir (líderes) o desaparecen, pero es gente que no obedece a ningún liderazgo bajo la influencia de alcohol y drogas".
Precisamente, la injerencia de sustancias de este tipo es uno de los detonantes, según la Fuerza Pública, pues las personas se comportan de forma mucho más violenta.
Daniel Calderón instó a los equipos a revisar mejor sus controles de ingreso porque los de La Ultra y otras barras suelen ingresar drogas, alcohol y en ocasiones armas. Lo hacen ellos mismos o utilizan a otras personas que ingresan al estadio por diversas entradas.
La principal droga que decomisan es marihuana, pero históricamente también han encontrado crack y puntas de cocaína.