Gabriela Valverde no esconde que en su vida la pasó mal, eso sí, aclara que no porque las condiciones la llevaran a esto, sino porque ella solita se lo buscó. Hoy la arquera de Sporting F.C. asegura que es un testimonio para la juventud, ya que los vicios en cualquier persona siempre sobrarán.
Valverde siempre tuvo la buena influencia de sus padres, empero cuando llegó a la adolescencia sus amistades la llevaron por caminos poco adecuados, al punto que terminó totalmente metida en un mundo de drogas.
Hoy la futbolista recuerda con nostalgia e incredulidad lo que ella vivió e hizo pasar a sus familiares, porque es enfática en que se causó daño ella, pero sobre todo hizo sufrir a los suyos.
Con timidez, la futbolista no se atreve a confesar lo peor que vieron sus ojos en su etapa de alcohólica, aunque sí acepta que fue lo suficiente para entrar un razón y aceptar que había sobrepasado cualquier límite.
“No consuman drogas, no pierdan el tiempo en cosas que a futuro no traerán nada positivo. Hay que entender que uno no debe estar en ciertos lugares. Decepción conmigo misma fue perder el tiempo, eso ha sido lo más difícil para mí de perdonarme, me ha costado mucho perdonarme a mí misma no parar cuando estuve metida en esos problemas”, afirmó.
Gabriela, contrario a lo que cualquiera, pensaría no esconde la vergüenza que siente por lo que vivió; de hecho ella misma se siente en deuda con su vida, pero sobre todo con su familia.
“Quise probar y me gustó. Es una enfermedad que no tiene cura, yo desperté esta situación que me tocó vivir pues consumiendo alcohol, al final no fue algo que me pasó... Yo simplemente me iba de fiesta con mis compañeras y al inicio lo veía como algo normal, cuando me di cuenta ya estaba totalmente fuera de control”, reveló.
Valverde tuvo que pasar por cuatro internamientos para librarse de la situación que afrontó, de hecho cuenta que pasó todo tipo de experiencias y tuvo un encuentro cercano con Dios que la hizo entrar en razón.
“Lo que hago es recordarme día a día que si pruebo el alcohol o una droga vuelvo a caer. Yo robé, viví cosas que yo misma me digo ahora: ¿Cómo me metí en situaciones en las que pude morir o causar mucho dolor a mi familia u otras personas?”, recalcó.
Un día en las calles de Escazú, la jugadora comprendió que su vida iba muy mal.
“Lo que recuerdo es estar tirada en una acera en el centro de Escazú, me reconoció una compañera y me preguntaron si estaba bien... Luego llegó mi papá y me recogió y ahí me di cuenta que estaba mal”, enfatizó.
Su primera temporada después de recuperarse por completo, con Saprissa y en la que consiguió el cetro a Mejor Portera del torneo nacional, marcó la vida de la futbolista.
“Cuando volví a ser jugadora fue con mucha ilusión y me propuse estar entre las mejores cuatro porteras del país y lo conseguí. Fue un momento altísimo para mí”, externó.
“Estuve cuatro veces internada, terminé mi proceso una vez pero volví a consumir, después recaí otra vez. Al final terminé en un proceso y un programa de dos meses, fue bonito terminar el proceso, pero tenía miedo de volver a fallar”, agregó.
El momento más fuerte de su adicción le permitió encontrarse con Dios, quien al final ella misma asegura actuó en su vida para sacarla del hueco en el que se encontraba.
“Estando internada tuve una crisis, me fui a esconder a un lugar y sentía que era un fracaso, entonces agarré un cuaderno y un lapicero y me entregué a algo más... Yo en ese momento a un poder superior le entregué el control de mi vida. A partir de ahí empezaron a fluir las cosas, yo creo en Dios, no soy religiosa, pero sí entiendo por qué pasan las cosas”, finalizó.
Gabriela ahora disfruta de ser un testimonio para otras personas y es clara que todos los días lucha para remendar el daño que causó cuando el alcohol se apoderó de su vida, empero su orgullo se exalta cuando acepta que lo enfrentó y le ganó.