Es la capitana de Estados Unidos, campeona del mundo y galardonada como mejor jugadora de la Copa de Francia 2019 y el botín de oro de goleadora.
Hablamos de Megan Rapinoe, quien aún con todos esos logros, es más que una excelente futbolista.
Una persona extrovertida, con liderazgo y sin pelos en la lengua.
Defensora de la igualdad entre hombres y mujeres, no solo dentro del fútbol. Aboga por las minorías y eso la ha llevado a ser noticia.
Durante la final de la Copa del Mundo no cantó el himno de su país y tampoco se llevó la mano al corazón, una actitud normal en ella.
¿Por qué lo hace? Para protestar contra la postura del presidente Donald Trump hacia temas de racismo, xenofobia o homofobia.
Todo empezó en 2016, cuando se convirtió en primera deportista blanca que se arrodilló cuando sonaba el himno, una acción que empezaron jugadores de fútbol americano para denunciar la violencia policial contra personas afrodescendientes.
Esa actitud hizo que la Federación de Fútbol de Estados Unidos pusiera como regla permanecer en pie, por lo que ahora Megan mantiene su reclamo quedándose en silencio.
“Soy una protesta andante”, le dijo al sitio Yahoo en una entrevista previo al Mundial.
No se inmuta ante nadie, incluso ante el mismo Trump.
En medio de la disputa del certamen aseguró que si su selección ganaba el título, no iría a la Casa Blanca, una visita rutinaria de los equipos estadounidenses que se coronan campeones en alguna competición.
"No voy a ir a la puta Casa Blanca”, dijo, generando una respuesta del mandatario.
El presidente aseguró que antes de hablar debería ganar (el título). Además, criticó su comportamiento cuando se entona el himno.
Desde ese momento, cuando el campeonato apenas empezaba, Rapinoe ya atraía los reflectores.
Aunque lo hace desde hace tiempo. También se ha convertido en un activo personaje deportivo en favor del colectivo LGTBI, sobre todo desde 2012, cuando dijo abiertamente ser homosexual.
Su pareja es la jugadora profesional de baloncesto, Sue Bird. El año pasado ambas se convirtieron en la primera pareja de deportistas lesbianas que aparece en la portada de la revista de ESPN.
Acciones, palabras y un fútbol de alto nivel, convirtieron a Rapinoe en la figura más famosa y destacada de la Copa del Mundo.
La delantera de 34 años cerró el torneo con la convicción que la caracteriza, criticando que se programara la final del Mundial el mismo día que la Copa América y Copa Oro.
Dijo que por cosas como estas no cree que la "FIFA nos tenga, en general, el mismo nivel de respeto que tiene hacia los hombres”.