El agua para consumo humano y animal debe ser pura. El agua para regadío, también. De la totalidad de agua en el planeta, solo el 2,5 % es dulce y líquida. La tierra es un sistema cerrado, lo que se haga aquí, bueno o malo, queda aquí, para bien o para mal de nosotros.
En nuestro país, está ocurriendo una galopante contaminación de suelos y ausencia de un ente estatal supervisor y regulador. El mercurio, por su inadecuado uso en la extracción de oro, está presente en los acueductos de algunas comunidades. El arsénico contaminó uno en Bagaces, Guanacaste. Lo mismo puede suceder con el cianuro.
Me pregunto cómo estarán los acueductos en las bananeras que usaron, como nematicida, el dibromocloropropano (nemagón) y su consecuencia en la esterilidad de muchos jóvenes trabajadores en las plantaciones.
Pensemos en las extensas tierras de cultivo piñero, bananero, cafetalero, arrocero, tomatero, ganadero, etc. Todas donde podrían usarse plaguicidas agroquímicos y fertilizantes de forma desmedida sin ocuparse de su impacto en el suelo y las aguas subterráneas. Además, lo que quede en la superficie por escorrentía iría a parar a ríos y mares.
Nuestro país es mundialmente famoso por la importación y consumo desmedido de insumos agrícolas agroquímicos y su ausencia de control estatal. Esto también lo mencionó el presidente durante su campaña.
Para enfrentar estos flagelos, hay dos ministerios de tutela, el de Salud y el de Agricultura y Ganadería. Hay otras instituciones, que al igual que las anteriores, deben actuar con diligencia, entre estas, Acueductos y Alcantarillados, ocupado del suministro de agua en cantidad y calidad. Esta debe actuar de manera preventiva en todo el país, mediante trabajo de campo investigativo. Repartir agua en camiones no es la solución radical del problema.
Las universidades, privadas o estatales, formadoras de profesionales en agronomía y similares, deben prestar especial atención en los cursos sobre suelos y farmacopea agrícola y veterinaria. Que sepan sobre el tipo de moléculas y sus efectos en el ambiente.
Uno, al ver la mesa servida con frutas y legumbres, se pregunta qué irá a comer y beber. También debemos cuestionarnos sobre la incidencia de tumores en el hígado y el cerebro de los niños, si la dioxina no estaría implicada en la génesis de esas enfermedades, habida cuenta de que dicha sustancia está presente en ciertos herbicidas de gran uso aquí.
Investiguemos más. Los estudiantes, con apoyo de las instituciones, bien podrían obtener grandes logros académicos y rendir un invaluable servicio a la población.
El autor es médico forense y del trabajo.