El artículo «En la antesala de un tercer gobierno del PAC» (12/2/2021) Rolando Guzmán Calzada expresa temor a un posible triunfo del PAC en el 2022, e indica que los gobiernos de este partido hundieron el país en un abismo económico.
La actual crisis fiscal proviene del endeudamiento de la administración Arias Sánchez (2006-2010), por la creación de numerosos pluses salariales y un desmesurado aumento en el empleo público para paliar la crisis mundial del 2008 (Plan Escudo).
Si bien hay opiniones encontradas acerca de ese plan, lo cierto es que a partir de ahí los intereses de la deuda interna crecieron exponencialmente. En los gobiernos de Laura Chinchilla y Luis Guillermo Solís hubo intentos de reforma fiscal para frenar la tendencia. Uno naufragó en la Sala IV y el otro, en la Asamblea Legislativa. No puede responsabilizarse al Poder Ejecutivo por estos naufragios.
La actual administración logró la aprobación de un plan fiscal que, si bien fue debilitado en la discusión legislativa, empezó a dar frutos. En marzo del 2020 el resultado primario del gobierno (ingresos menos gastos) estaba en números positivos por primera vez en muchos años, según el Banco Central.
Estos números desmejoraron a partir de abril del 2020 por efecto de la pandemia. El impacto económico de la covid-19 es real; el virus no lo inventó el PAC.
Desempleo. Ciertamente, en esta administración aumentó el desempleo. La tasa venía creciendo desde el 2009, pero bajó de 9,7 % en el cuarto trimestre del 2014 al 9,3 % en el 2017. En el 2018 se incrementó bruscamente al 12 % por la situación fiscal, que causó una desaceleración de la inversión pública, por desconfianza de los inversionistas internacionales, exacerbada por manifestaciones de un candidato durante la campaña del 2018 y por una disminución en la confianza de los consumidores debido a la altisonancia del debate sobre el plan fiscal.
El aumento del desempleo en el 2019 fue mucho menor que en el 2018 por el mejoramiento de la situación fiscal. El país estaba en la ruta de la estabilización cuando emergió la pandemia y, en consecuencia, el desempleo creció al 20 %, fenómeno que afectó incluso a países más desarrollados. Tampoco puede culparse al PAC por ello.
Por el contrario, los dos gobiernos impulsaron proyectos para combatir el cambio climático y crearon sinergias entre el crecimiento económico, la inclusión social y la conservación del planeta, que resultan en una mejor calidad de vida.
Ejemplos son el Plan Nacional de Descarbonización, la promoción del tren eléctrico de pasajeros, la estrategia nacional de bioeconomía, el proyecto agua para Guanacaste, el plan de ganadería baja en carbono y notables avances en infraestructura.
Otros logros. En derechos humanos, cabe resaltar el reconocimiento de los derechos de la población LGTBI, la promulgación del reglamento para la correcta aplicación del Código Penal sobre el aborto terapéutico, la atención eficaz a los damnificados por el huracán Otto y las tormentas Nate y Eta y el trato humanitario a miles de migrantes.
En estos años la economía creció más que el promedio de América Latina, el impacto económico de la covid-19 fue menor que en la mayoría de la región.
En comercio exterior, el déficit de muchos años mermó a partir del 2015, tanto que hubo superávit en el 2019. En el agro aumentó la productividad, se triplicaron las compras públicas a pequeños productores y se cuadruplicó la colocación de crédito de la Banca para el Desarrollo.
En educación, la inversión en infraestructura escolar fue la mayor en muchos años, disminuyó la deserción en un 38 % y se duplicó la cobertura de la informática educativa pública. En turismo se registró la mayor atracción de líneas aéreas en la historia.
Lo anterior fortaleció el liderazgo internacional de Costa Rica en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible.
El autor es exministro de Agricultura.