En nuestra lucha contra el coronavirus, hemos visto lo mejor del costarricense en medio de un mar de incertidumbre: el sentido de responsabilidad y también de solidaridad.
Especial mención y reconocimiento merece nuestro personal de salud y todos los trabajadores, empresarios y entidades de gobierno que laboran brindando servicios esenciales, quienes nos han permitido mantenemos en casa seguros y abastecidos. Para ellos nuestro eterno agradecimiento.
Pero mientras superamos la crisis sanitaria, nos preguntamos ¿qué tipo de sociedad surgirá cuando salgamos del aislamiento y empecemos a retomar los hilos de nuestras vidas?
A la par del extraordinario trabajo de nuestras autoridades de salud, corresponde también abrir un segundo frente de trabajo, que atienda las repercusiones sociales y económicas de la pandemia en nuestra sociedad.
Un frente que nos permita, en el mediano y largo plazo, impulsar un marco institucional más eficiente, un sólido estado de derecho, una economía competitiva, una sociedad más próspera y una democracia fortalecida.
La tarea excede por demás las capacidades de un solo sector y ahí radica, justamente, la gran oportunidad para Costa Rica. El Gobierno no puede por sí solo implementar esta estrategia de recuperación nacional, aunque sí le corresponde liderarla.
A las capacidades disminuidas de un Estado a causa de la crisis, debemos incorporar otros jugadores de la sociedad para encaminar la recuperación del país en una nueva ruta de desarrollo y prosperidad.
Las soluciones que necesitamos, como país, solamente pueden surgir del liderazgo colaborativo y el diálogo entre los distintos sectores de nuestra sociedad.
La discusión y formulación de propuestas deben partir de criterios técnicos y mejores prácticas, sin sesgos ideológicos o de protección de intereses particulares, y con la participación del gobierno, la academia, las organizaciones sociales y gremiales y el sector productivo.
En medio de la turbulencia que nos aqueja, hoy tenemos un espacio para diseñar nuestro futuro como equipo, de plantear un propósito y valores comunes que nos permitan avanzar con un norte compartido.
Para ello, Costa Rica cuenta con una instancia de diálogo ampliamente utilizada en otras naciones que han enfrentado profundas recesiones económicas, crisis de orden social y periodos de reconstrucción en etapas de posguerra, como es el Consejo Consultivo Económico y Social de Costa Rica (CCES), creado por la Administración Alvarado a través del Decreto Ejecutivo Nº 41439-MP a principios del año pasado.
En una coyuntura económica que tendrá gran impacto en nuestro tejido social, es especialmente importante fortalecer los mecanismos de diálogo y la confianza, a fin de sentar bases sólidas que propicien una estrecha colaboración y que impulsen el proceso de recuperación del país.
Para asegurar su éxito es fundamental que quienes se sienten a la mesa comprendan que todos debemos contribuir con propuestas y una actitud constructiva, que no es a costa del sacrificio de unos que ganarán otros, que todos debemos sacrificar por el bien común y que es fundamental crear una ruta que nos permita superar el corto plazo para reconstruir las bases de nuestra economía lo más rápido y ampliamente posible.
Bajo la convocatoria del señor Presidente de la República, el CCES puede constituir el espacio para atender los temas prioritarios que requieren de un acuerdo nacional para la recuperación sostenida y equitativa de nuestra sociedad.
Es hora de actuar con determinación y estar a la altura de los tiempos, sin temores, complejos o cálculos políticos. Los costarricenses sabremos reconocer la valentía y solidaridad con que se haga.
Presidente Consejo para la Promoción de la Competitividad (CPC)