Desde el aumento del nivel del mar hasta el blanqueamiento de los arrecifes de coral, los efectos del cambio climático nos rodean.
Nuestras decisiones de hoy darán forma al clima que nuestros hijos y nietos heredarán. Mantener los contaminantes fuera de nuestro ambiente tiene beneficios inmediatos: aire más limpio, menores costos de energía y nuevas industrias.
Esta es la apuesta para la 21. ª Conferencia de las Partes (COP-21) en París, donde representantes de casi 200 países se reúnen para negociar un acuerdo climático global para el mundo después del año 2020.
Tenemos la voluntad social y política para hacer algo sobre el aumento de las temperaturas globales y sus efectos. Más de 160 países, responsables de casi el 90 por ciento de las emisiones globales, ya anunciaron objetivos climáticos. Este es un claro avance.
Estados Unidos está tomando medidas enérgicas en casa. Desde que el presidente Obama asumió el cargo se redujeron las emisiones de carbono, se triplicó la producción de energía eólica y se aumentó la de energía solar veinte veces.
Pusimos en marcha estrictas normas en el ahorro de combustible para un consumo de energía más eficiente. También se protegen áreas terrestres y marinas para las generaciones futuras. A la vez, la economía estadounidense se ha expandido, lo que demuestra que el crecimiento no está directamente ligado a la emisión de carbono.
Con países como China, la India y Brasil comprometidos a reducir las emisiones, tenemos serias posibilidades de establecer un plan de transformación.
En París, queremos un acuerdo eficaz, que impulse la acción climática sin dejar de reconocer las diferencias entre las naciones. Es necesario un marco a largo plazo, con altos estándares de transparencia y rendición de cuentas, que pida a las naciones ampliar sus objetivos a lo largo del tiempo y que proporcione a los países necesitados apoyo financiero y técnico para adaptarse al cambio climático y lograr un desarrollo bajo en emisiones.
Retamos a Costa Rica a que continúe siendo una voz vigorosa y que ayude a otros países de la región a convertirse en socios clave en esta lucha.
El ejemplo. Costa Rica ha sido líder en la conservación del ambiente y Estados Unidos se enorgullece de ser su aliado en varias iniciativas para preservar su biodiversidad. Aplaudimos la protección que da a su riqueza paisajística y su estatus de líder mundial en ecoturismo, atrayendo así millones de visitantes y generando miles de empleos.
Hemos aprendido del sistema de pago por servicios ambientales, del cual Costa Rica fue pionera, para financiar la conservación y contribuir al crecimiento económico. Compartimos las lecciones aprendidas para disminuir las emisiones de carbono al colaborar con organizaciones no gubernamentales y comunidades locales en temas de adaptación al cambio climático, y al ayudar al Gobierno y al sector privado con estrategias para reducir las emisiones de los sectores agrícola y de transporte; promoviendo la reforestación y fomentando el crecimiento verde.
Como vemos en el caso de la sequía en Guanacaste y las inundaciones en Limón, no hay tiempo que perder, el cambio climático ha llegado y afecta a todo el país. Para aminorar estos desastres, ofrecemos experiencia técnica en previsión, gestión del agua y reducción de la sequía.
El cambio climático es un problema global que requiere un esfuerzo global. Todos jugamos un papel crítico en la transformación de la política climática en acción. Estamos orgullosos de las más de 80 empresas que firmaron un compromiso para invertir en energías renovables y reducir sus residuos. Nuestras elecciones individuales de cada día tienen un impacto acumulativo.
Con los líderes en la COP-21 hay una oportunidad histórica para lograr un acuerdo de largo alcance y duradero. Necesitamos unirnos y ser pragmáticos para lograrlo. Para cielos más brillantes hoy y un mañana más seguro, este es el momento de actuar.
El autor es embajador de Estados Unidos en Costa Rica.