En un artículo de Yale Environment, Fread Pearce plantea una pregunta que me hago frecuentemente: ¿por qué algunos ambientalistas son anticiencia? El origen de este movimiento, precisamente, se fortaleció de la ciencia, las investigaciones bien hechas y el consenso de la comunidad científica. En otras palabras, el ambientalismo se hizo fuerte con la evidencia y los hechos científicos. Entonces, ¿qué les pasó a algunos ambientalistas? ¿Por qué ahora ni la evidencia, ni los hechos, ni el consenso científico son válidos? ¿Cuándo se volvieron pontífices con una verdad única y sabor a ideología política?
El (des)concierto de mentiras. Me he quedado frío del nivel de engaños y falsedades que han despotricado, sin sonrojo, sobre los cultivos genéticamente modificados (GM) y la tecnología de modificación genética. La campaña ha sido tal, que hasta un buen caricaturista repite información falsa. Señoras y señores, lo que han escuchado acerca del peligro del maíz GM, ¡es mentira! En el mundo de la ciencia real, las evidencias dicen lo contrario: su consumo es seguro.
Tampoco hay evidencia que diga que el polen de maíz viaja kilómetros y cambia toda la genética de una población criolla... ¡falso! De hecho, la literatura demuestra que la posibilidad de encontrar polen de maíz proveniente de otra parcela, es de un 0,01% a tan solo 200 metros de distancia.
Otra mentira grave e irresponsable es la de un infame estudio francés alegando que supuestamente el maíz GM genera problemas de salud. Los que conocemos el método científico, vemos los horrores metodológicos de un par de científicos conocidos por su escasa objetividad. Lo que no se ha dicho en los medios, es que la Academia de las Ciencias Francesa ha salido con verguenza ajena, denunciando que el estudio carece de rigurosidad para ser tomado en cuenta. Cuando un amplio grupo de científicos dice que un estudio carece de rigurosidad, lo que dicen –educadamente– es que su autor es un charlatán. Uno más, similar al geólogo fanático religioso que publica que la tierra tiene 6.000 años de existencia o al conservador que jura que un estudio dice que el cambio climático es falso.
El verdadero consenso científico, el de la gente que sí hace ciencia, coincide en que el maíz GM ha sido ampliamente estudiado desde hace casi 20 años y es perfectamente sano para su consumo, aunque a algunos no les guste que sea cierto. De forma similar, el consenso científico coincide en que la tierra tiene cerca de 4.470 millones de años, aunque a algunas personas no les guste la idea. También hay consenso en que el cambio climático es una amenaza real, aunque a los petroleros no les guste esa realidad. La evidencia científica bien lograda es cierta acá y en China. La ciencia mal hecha es mala en Francia o en Costa Rica ¡le guste o no a quien sea! De ahí lo importante de que las autoridades tomen decisiones basadas en ciencia y argumentos fundamentados, no en gritos vacíos.
Si el consenso es que la tecnología es beneficiosa, ¿por qué mienten? Y más importante que eso, ¿por qué promueven que se tomen decisiones sin base científica? ¿No se dan cuenta de que el mayor aliado para el desarrollo sostenible es precisamente tomar decisiones basadas en ciencia? ¿No se dan cuenta de que tenemos una población creciente, unos recursos limitados y una realidad de cambio climático que va a reducir aún más la cantidad de alimentos disponibles? Debemos percatarnos de que la alimentación en los próximos 30 años va a depender de la capacidad de desarrollar ciencia y tecnología que permitan un cambio sostenible de la producción masiva de alimentos. Entonces, ¿por qué algunos ambientalistas son anticiencia?
El diálogo serio y responsable. En mi opinión, algunos parecen haber encontrado un tema para irse arando caminito. Otros se hacen “imagen” explotando el miedo y el desconocimiento científico. Lo que pocos saben es que gracias a la modificación genética, los diabéticos disponen de insulina humana; o que así es como se hacen muchas vacunas, hormonas y anticuerpos monoclonales; que, por cierto se producen en Cuba, por aquello de los tintes políticos.
Queda claro que el diálogo civil para la comprensión de esta importante tecnología es necesario, pero generando una comunicación objetiva que evite promover la multiplicación de mentiras sin rigor profesional en los medios. El diálogo debe ser serio, ético y responsable, nada similar a lo que hemos visto las últimas semanas.