La ola pandémica de covid-19 nos confronta con la temida saturación hospitalaria, con miles de casos positivos y miles de fallecidos. El sistema sanitario se encuentra en franco estado de fragilidad, principalmente por el agotamiento físico y moral del personal médico.
Existe, sin embargo, otra realidad que se configura lentamente y nos encamina hacia la próxima crisis, una vez superada la pandemia: la lista de espera en la Caja Costarricense Seguro Social (CCSS) para citas de especialidades médicas, intervenciones quirúrgicas, etc.
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Resulta difícil cuantificar el menoscabo de miles de personas afectadas por la espera y el costo del tratamiento de patologías que han evolucionado.
De acuerdo con cifras de la CCSS, en agosto del 2020, el lapso para una operación pasó de 341 a 434 días, es decir, 93 días más. Visto de otro modo, debió detenerse a causa de la pandemia la realización de 138.468 intervenciones quirúrgicas programadas.
Aunque las autoridades sanitarias se encuentran dedicadas de lleno a la contención de la pandemia, deben planificarse las estrategias para tratar la crisis de las listas de espera de una manera eficiente, como antes de la emergencia actual, con el fin de reducir el impacto de manera oportuna.
Una medida, que al mismo tiempo contribuiría a la atención de la crisis causada por el virus SARS-CoV-2, es revertir la inconveniente decisión de la CCSS de suspender el internado y las residencias médicas.
Los internos médicos son un adecuado recurso humano, gratuito para el sistema de salud. Se compone de jóvenes inteligentes, ávidos de conocimientos y cuyo aprendizaje durante una emergencia de la dimensiones actuales les supondría la experiencia que marcará la diferencia cuando debamos enfrentar la próxima, que de seguro vendrá.
Los internos médicos —supervisados— efectúan un sinfín de procedimientos clínicos, lo cual ayuda a médicos generales, residentes y especialistas a tomar un respiro, aunque sea físico, mientras permanecen inmersos en el caos sanitario.
La afirmación de que un médico interno «no toca a un paciente» es desconocer la realidad de la formación médica. Paralizar las residencias en especialidades médicas supone condenar a miles de personas a una amarga espera debido al incremento de los plazos, por escasez de especialistas, particularmente en las zonas rurales.
El Ministerio de Salud debe vacunar a los internos médicos y la CCSS permitir a los residentes e internos continuar su formación para, al mismo tiempo, que colaboren de manera solidaria en la atención de la emergencia nacional.
El autor es médico bioeticista.