El cierre de la planta de manufactura de la empresa Mondelez, que entre otras marcas y productos fabricará en el país, hasta dentro de muy poco, los emblemáticos dulces Gallito, no es lo más normal del mundo y tampoco es culpa de la globalización. Es nuestra culpa como país, de nuestra falta de competitividad. Y lo mismo con cada empresa del sector manufacturero que decide reubicar su producción fuera de nuestras fronteras, situación de la que ha habido ejemplos muy sonados en los últimos años.
El cierre de la planta de la empresa Gallito afecta a 300 familias directamente, pero también hay que considerar a los trabajadores costarricenses relacionados con la fabricación de cajas de cartón, plástico para empaque y tarimas, así como los servicios de talleres y mantenimiento a los que Gallito ya no les comprará.
Debemos entender la competitividad como la habilidad de generar empleos, y Costa Rica continúa perdiéndola en el sector industrial. Las tarifas eléctricas altas, los costos de los combustibles, el rezago en infraestructura, el alto valor del colón y la falta de confianza que genera la situación fiscal del Estado no nos permiten generar empleo.
La pregunta de fondo es por qué otros países son más atractivos que el nuestro para tener plantas de mayor escala o de mayor tecnología. ¿Qué impide que empresas del sector industrial dejen de ver a Costa Rica como un país para tener esas operaciones, generar inversiones, ampliar plantas y, desde nuestro país, atender varios mercados en la región?
Hasta hace algunos años, empresas de ese tipo escogían el país para producir y exportar desde acá, pero hemos perdido competitividad relativa frente a la competencia.
País caro. En el caso de la electricidad, hace más de una década dejamos de tener tarifas competitivas con respecto a países como México, Colombia o Estados Unidos, cuando hace 10 o 12 años nos escogían precisamente por esa razón. Costa Rica se ha vuelto un país caro en cuanto a costos de producción. Necesitamos energía limpia a bajo costo, no “limpia cara”. Somos un país con un costo de vida y producción elevados.
La Cámara de Industrias de Costa Rica ha venido poniendo propuestas concretas sobre la mesa y está dispuesta a seguir haciéndolo para que se tomen las acciones necesarias para que las industrias manufactureras no sigan trasladando operaciones.
La salida de Gallito “no es la gota que rebosa el vaso”, pues desde hace tiempo lo venimos rebosando. Cuánto dolor nos produce esta salida por ser nuestro primer presidente el fundador de Gallito, don Raúl Odio Herrera.
Lo único que pedimos es que el Gobierno no siga teniendo los ojos vendados a las claras señales y deje de justificar con una explicación que se ha convertido casi en un cliché.
Las compañías no se van por culpa de la globalización, nos dejan porque Costa Rica es más cara y los negocios emigran a destinos con costos de producción más bajos.
Lo más difícil es que las empresas que se quedan son “premiadas” con el encarecimiento de los costos, sobre todo en rubros estratégicos como electricidad y combustibles. Hoy volvemos a insistirle al Gobierno para que actúe.
El autor es presidente de la Cámara de Industrias de Costa Rica.