El aeropuerto Tobías Bolaños es un pantanal. Sinceramente, ahí asustan. Tras cuernos, palos: no opera las 24 horas, lo que limita aún más su operación. ¿Cómo harán para subsistir los dueños?
El suplicio en el Tobías Bolaños comienza en la entrada, porque parece un puesto militar. Me dicen que por ser una terminal internacional los estrictos controles son necesarios. Sin embargo, en otros aeropuertos del mundo no existen tales cosas en una terminal aérea civil, donde se lleva a cabo actividad dedicada a la enseñanza y la operación local. El tráfico internacional es muy poco.
Pilotos pioneros, respetables y hasta venerados son interrogados en una oficina antes de entrar a su alma mater. Si alguno que otro desea recordar viejos tiempos, debe comprar un tiquete e ir a un aeroclub en Guatemala o El Salvador, y con presentar la licencia basta para ingresar. Pero no en Pavas, pues eliminaron el aeroclub.
Los costos operativos nos dejan en desventaja ante los demás países de Centroamérica. Traer un avión para ponerlo a trabajar es sumamente caro; significa, además, llenar una montaña de trámites y permisos, factor que influye en la edad de nuestra flota de aviones porque los impuestos imposibilitan la modernización.
Para un extranjero, traer un avión para pasar una temporada es “extrañamente interesante”, como me dijo un colega norteamericano.
Son, cuando menos, seis permisos verificados con microscopio y otro tanto de solicitudes de la Dirección General de Aviación Civil (DGAC). En Estados Unidos, un avión con matrícula costarricense no tiene esos inconvenientes.
Seguimos soportando trámites excesivos y permisos pasados de moda o innecesarios. El Ministerio de Hacienda es un tiburón voraz y no entiende que está quebrando la industria aeronáutica nacional.
Las compañías extranjeras pagan menos por el combustible que las nacionales. No pido que les quiten el beneficio, sino que lo brinden a nosotros también.
Estamos tecnológicamente retrasados. Hasta los seguros son viento en contra y las ofertas, muy limitadas.
El aeropuerto de Pavas carece de infraestructura inteligente. Fue diseñado a mediados de los 70, y no con la mejor de las asesorías. Hoy es incómodo, viejo y remendado. Es preciso un aeropuerto internacional en la zona sur y luces en las terminales nacionales.
Olvidan que la aviación fue el eje de desarrollo de nuestro país cuando no había carreteras. Comunidades lejanas transportaban los productos al Valle Central gracias a la aviación, y ni hablar de medicamentos y emergencias médicas posibles solamente cuando hay un avión disponible.
No toda la culpa es de la DGAC. Los funcionarios tienen buenas intenciones y son profesionales serios, pero se enredan en una maraña de leyes y burocracia asfixiante.
El Consejo Técnico, de técnico tiene muy poco. Está por encima del director y es único en el mundo. Para empeorar la situación, la mayoría de los miembros son nombrados a dedo, ya sea por cálculo político o vínculo familiar, y saben muy poco o nada de aviación.
Por su inoperancia, han retrasado el desarrollo de la aviación. El Consejo debería desaparecer y en su lugar dar facultades legales a un director de Aviación Civil para modernizar la industria. Incluso, para apartar a la DGAC del MOPT y hacerla una agencia independiente.
Algunas oficinas de la DGAC, por desempeñar trabajos delicados, deberían ser autónomas, entre estas, el departamento médico —hoy de capa caída— y el de accidentes e incidentes.
En fin, hay mucho que hacer y el tiempo apremia, la aviación nacional agoniza y necesitamos aceitar nuestros motores con ideas nuevas y, sobre todo, con un empujón de los ministerios involucrados.
Las grandes terminales aéreas se construyen en grandes ciudades alrededor del mundo. Ciudades desarrolladas que cuentan con carreteras, infraestructura y servicios.
La iniciativa debe basarse en cuatro áreas clave: política y regulación, desarrollo de la industria, planificación y provisión de infraestructuras futuras y transformación de la mano de obra.
Debemos construir un aeropuerto donde tengamos los accesos, la infraestructura y los servicios garantizados, no al revés.
Las expropiaciones son cuellos de botella que impiden el desarrollo nacional y del sector. También debemos efectuar trabajos de investigación, ensayo y desarrollo de combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés).
Debemos estudiar las cadenas regionales de suministro de combustibles alternativos, ser pioneros en ese campo. Ya en el mundo se contempla la viabilidad técnica y comercial de los “carriles verdes” entre territorios para promover vuelos comerciales con SAF de forma gradual.
Costa Rica debe ser consecuente con su fama de líder mundial en energías renovables y explotar su posición geográfica estratégica.
Es irónico que el Instituto Costarricense de Turismo —con una silla en el Consejo— no impulse la industria aeronáutica como se mercadea la marca país, con una visión integral.
No atraeremos turistas si nuestros aeropuertos carecen de las condiciones mínimas para operar. Tampoco si las tarifas aéreas no son competitivas, ni si el aeropuerto internacional de Limón incumple los estándares globales y su personal es limitado.
No pretendamos que una ley general de aviación civil que tiene 50 años se ajuste a las exigencias de una aviación civil moderna que se desarrolla a pasos agigantados.
El autor es piloto pensionado.