La institucionalidad internacional atraviesa un proceso de deslegitimación propiciado por políticas de aislamiento y nacionalismos cuya pretensión es menoscabar su capacidad de acción. Instituciones creadas para promover intereses globales mediante soluciones multilaterales son objeto de sabotaje y estancamiento.
Los préstamos de China a países en desarrollo superan hasta cinco veces los del Banco Mundial, reflejo de una pérdida de protagonismo de dicha entidad multilateral. Estados Unidos se retiró del Acuerdo de París, muestra de su desinterés por alcanzar acuerdos globales en materia ambiental.
Donald Trump, mediante políticas comerciales proteccionistas de dudosa legalidad, se ha dedicado a amenazar a sus socios comerciales más cercanos con el alza de tarifas a bienes importados y la renegociación de cláusulas en los tratados de libre comercio. Una guerra comercial lanzada contra China y Europa, que afecta de manera negativa el crecimiento económico global.
Además, se ha propuesto bloquear por tiempo indefinido la elección de jueces que conforman el órgano de resolución de disputas de la OMC, pese a los efectos económicos perversos que acarrea una solución tardía a conflictos comerciales.
Reacción nacional. ¿Qué puede hacer Costa Rica para enfrentar este panorama? Nuestro país debe emprender un bilateralismo activo en busca de nuevos horizontes comerciales y posibilidades de financiamiento.
Esto último debe ser una prioridad en la agenda del Ministerio de Relaciones Exteriores. Costa Rica necesita acceder a nuevos mercados para colocar sus productos, reducir la dependencia de sus tradicionales socios y promover intercambios comerciales que fomenten el crecimiento de la economía.
Un caso específico con gran potencial para una relación diplomática y comercial provechosa a largo plazo es el de nuestro país con los Emiratos Árabes Unidos. Dos economías muy distintas a simple vista, pero que han venido acercándose en los últimos tres años por iniciativa del entonces canciller Manuel González Sanz. Como gesto de buena fe y solidaridad, el gobierno emiratí donó ¢5.500 millones a Costa Rica para la reconstrucción de acueductos destruidos por el huracán Otto en la zona norte.
Los Emiratos Árabes comparten con Costa Rica un interés genuino por la sostenibilidad ambiental. Su plan es invertir $200 billones en las próximas tres décadas para cambiar su matriz energética. Ejemplo de su liderazgo en acciones climáticas acordes con la Agenda Global de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas ha sido la utilización a gran escala de tecnologías para el aprovechar la energía solar.
El actual parque solar ubicado en el sur de Dubái está formado por miles de paneles solares que en el 2020 compensarán 1,4 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono y proveerán de energía a 160.000 residencias. Se calcula un aumento considerable de esas cifras en el 2030. Pese a ser uno de los países más ricos en petróleo del mundo, los Emiratos Árabes trabajan para que el 44 % de su energía provenga de fuentes renovables en el 2050.
En el 2018, producto de una intensa relación entre ambos países, el ICE y la empresa estatal emiratí Masdar suscribieron un memorando de entendimiento para incrementar el desarrollo de energías renovables aprovechando el conocimiento técnico y experiencia nacionales en la materia.
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Más logros. Otras reuniones organizadas por el embajador Francisco Chacón entre Fundecor y autoridades emiratíes se han dado para compartir experiencias en mitigación de cambio climático. El espacio para cooperación económica e intercambio de conocimientos entre ambos países es amplio, dada la capacidad de Costa Rica para producir energías limpias por sus recursos naturales y desarrollos técnicos adquiridos, y el vasto capital de inversión emiratí, sumado a su plan para diversificar su economía mediante productos y servicios verdes. ¿Será Costa Rica el futuro país de la energía limpia, abundante y barata?
El acceso al mercado de Oriente Próximo y el norte de África, a través de una diplomacia estratégica en los Emiratos Árabes, es un proceso que toma tiempo y esfuerzo, pero conllevará mayores oportunidades para sectores como el agro costarricense.
Los retos de nuestro país como nación pequeña son grandes y nuestros representantes deben saber sortear el momento histórico que vivimos.
Adriana Casafont es abogada y Andrzej Baranski, economista.