Editorial

Editorial: Rigidez presupuestaria

Parte de nuestros tributos van a parar, de manera automática, a entidades que no satisfacen las necesidades más urgentes

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La práctica de fijar destinos específicos a algunos tributos y la de asignar gastos con referencia a determinados parámetros, como el PIB o los ingresos corrientes del Gobierno Central, tuvo un origen sensato: ofrecer a los contribuyentes certeza de la utilización de determinados ingresos en satisfacer propósitos de su interés directo. Así, los ciudadanos estarían más anuentes a pagarlos. Por ejemplo, si se prometía dedicar a la construcción y mantenimiento de la red vial el producto del impuesto sobre los derivados del petróleo muchos podrían considerarlo un buen fin y no se opondrían.








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