El diagnóstico del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), publicado el martes 5 de diciembre, es una nueva alerta del deterioro de la educación costarricense. Las pruebas evalúan los conocimientos y habilidades de estudiantes de 15 años en matemáticas, ciencias y lectura, incluyendo la resolución compleja de problemas, el pensamiento crítico y la comunicación efectiva.
Las pruebas administradas entre el 13 y el 29 de junio del 2022 ubican a Costa Rica en quinto lugar entre los 13 países latinoamericanos participantes y quincuagésimo sétimo entre el total de 81 naciones evaluadas. Esas clasificaciones responden al retroceso constatado en las tres materias. La pérdida más significativa se dio en matemáticas, con 17 puntos menos que en el diagnóstico anterior, realizado en el 2018. Ese mismo año, el país logró 11 puntos más que en la actualidad en lectura y 5 más en ciencias.
Los resultados no son sorpresa. En el 2021, el Informe Estado de la Educación previó una caída de los resultados a consecuencia de la pérdida de clases por las huelgas de docentes del 2018 y 2019, y la educación a distancia durante la pandemia en el 2020 y 2021. De las dos explicaciones apuntadas, la interrupción de lecciones por las huelgas es la única específicamente costarricense y no se puede subestimar su impacto. No obstante, es necesario señalar que todos los países sufrieron la emergencia sanitaria.
Ahora importa hacer cuanto sea posible para escapar con prontitud de los efectos de ese período trágico. Hay fundadas razones para dudar de la eficacia de las medidas tomadas con ese fin, comenzando por las polémicas reformas del sistema de evaluación de los aprendizajes.
También es necesario señalar que el retroceso no se inició con la pandemia. Costa Rica cedió un punto en lectura si se comparan los resultados del 2018 con los del 2015 y 10 puntos si el contraste se hace con el 2012. En matemáticas, la prueba del 2018 reveló una caída de dos puntos en comparación con el 2015 y de siete en relación con el resultado del 2012. La historia se repite en ciencias, con la pérdida de cuatro puntos entre el 2015 y el 2018 y de once si la comparación se hace con el 2012.
La pandemia magnificó el retroceso, como lo demuestran los números del 2022, pero la educación nacional arrastra falencias desde mucho antes. El análisis de las pruebas PISA nos pone frente a esa realidad y obliga a un debate amplio y transparente sobre las políticas de la actualidad. Desafortunadamente, esa discusión no se está dando.
Isabel Román Vega, directora del Informe Estado de la Educación, urgió el diálogo para enfrentar “la peor crisis educativa” de Costa Rica en los últimos 40 años. La socióloga y especialista en políticas públicas sigue el pulso a la educación desde 1996. En el desempeño de esa tarea ha sido testigo de la evolución del sistema. Ahora, expresa frustración por la falta de discusión de los temas de fondo.
Actores relevantes de la academia y la comunidad educativa, incluidos funcionarios del Ministerio del ramo, expresan la misma frustración. No se sienten tomados en cuenta a la hora de elaborar políticas y examinar resultados. En las circunstancias, ningún personalismo resultará eficaz. La ruta para salir del ciclo de retrocesos no puede estar en la mente de nadie. Como bien dice Román, “no se valen las respuestas simples a problemas complejos” y la complejidad de la situación es innegable, como lo señala la larga sucesión de fracasos en las pruebas PISA.