Para obtener el control del abastecimiento del petróleo, gas y diésel, insumos estratégicos para la seguridad nacional, se inició en 1963 un proceso que concluiría en los años setenta. Así surgiría Recope, como ente 100 % estatal que por más de 50 años ha operado para el desarrollo nacional y nuestra seguridad energética.
Hoy, frente al desarrollo tecnológico y de los mercados, debemos preguntarnos cuál debe ser la estrategia para seguir alcanzando esos mismos fines, y aquí salta como necesaria la promoción de la competencia y la eliminación de los monopolios para garantizar el mejor precio, abastecimiento y servicio a los consumidores.
Ante este escenario resultan cuestionables, entre otros, los gravosos privilegios laborales que mantiene la institución, y aunque se buscó una disminución de ¢5.048 millones en la convención colectiva del 2016-2019, tristemente la promesa quedó en el olvido al anunciarse recién un incremento de ¢1.017 millones sobre el presupuesto (79 %) “justificándolo” con vacaciones, horas extras y el reconocimiento de un nuevo (o viejo) plus salarial a los equipos no profesionales que ya fue declarado inconstitucional.
¿Cómo es posible que se mantenga un plus inconstitucional y que el jerarca mencione que hay trabajadores con 30 horas de jornada seguida, si esto es inhumano, peligroso e insostenible?
En este momento, que se discute un proyecto de ley para reducir privilegios en el sector público, resulta preocupante el llamado del secretario general de Sitrapequia a impedir “de cualquier forma” el trasiego del gas y derivados del petróleo y a dar la lucha por paralizar definitivamente al país y al gobierno como arma para la defensa de esos privilegios.
Sumado a lo anterior, la toma de planteles, el sabotaje de instalaciones y hasta el derrame en la Bernardo Soto, confirman la urgencia de que no dependamos de un único operador. Además ameritaban una acción más pronta y decidida del gobierno, que en buena hora finalmente recuperó el control de los planteles y restableció el abastecimiento.
LEA MÁS: El Gran Tempisque, el desarrollo regional y el monopolio del alcohol
Es hora de reflexionar, no debemos permitir que un pequeño grupo de sindicalistas azuce a sus agremiados para detener al país y que otro grupo se vanaglorie de las pérdidas millonarias que sufre Costa Rica como resultado de medidas ilegales. Ese no es el país que queremos ni merecemos la mayoría.
La autora es politóloga.