De las palabras y frases “decapitar”, “tener una pistola en la cabeza” y “van a rodar cabezas”, se infiere un régimen robesperriano instaurado en la Casa Presidencial.
El régimen de terror tiene dos resultados: el interno, “hay gente sufriendo, hostigada, perseguida, cuestionada”, declaró la exministra Patricia Navarro, quien entregó los audios de la presidencia a La Nación; y, el externo, la tragedia para Costa Rica de la posposición de la toma de decisiones urgentes en educación, salud, seguridad, etc.
La amenaza de pasar por el patíbulo ya fue capaz de hacer temblar por lo menos a 14 jerarcas, por no perder el salario o por inclinación a la obediencia anticipatoria, al extremo de poner en manos de Chaves ¢8.000 millones de presupuesto publicitario para los caprichos presidenciales, labor encargada al Sinart.
En su régimen robesperriano, el mandatario se asegura de transmitir a ministros y presidentes ejecutivos que los está “vigilando”. Al Banco Nacional, si no consentía en entregar el control de la publicidad, se escucha decir a Chaves en uno de los audios, le iba a “meter un par de golpecitos” y, con una estrategia urdida por él, irían “apretando”.
Los audios de la presidencia publicados por La Nación confirman las declaraciones de la ex gerenta general de la Junta de Protección Social (JPS) Marilyn Solano Chinchilla, quien proporcionó a los diputados una grabación donde la presidenta de la JPS, Esmeralda Britton, apresura el otorgamiento al Sinart del presupuesto publicitario institucional, porque de lo contrario iban a rodar cabezas, empezando por la de ella y de ahí hasta donde alcanzara la guillotina. Haberla conservado es señal de obediencia.
También temió perder la cabeza el gerente de Telecomunicaciones del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), Luis Diego Abarca.
La exdirectora de Estrategia Comercial de Kölbi Jacqueline González declaró a los diputados que en octubre del 2022 empezó la presión para reducir la publicidad de la marca en Canal 7. Abarca la apremió con estas palabras: “Ayúdeme, tengo una pistola en la cabeza”. Ella no accedió y en abril del 2023 fue despedida. Su negativa le dio una lección al poder: queda gente decente y dispuesta a rechazar las reglas del nuevo juego.
Gracias a los audios obtenidos por La Nación, Costa Rica se enteró del alcance de la vigilancia que sostiene este régimen de terror. Dos días después de asumir, Chaves solicitó a la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS) revisar los teléfonos celulares de varios ministros y funcionarios de la Casa Presidencial, por temor a filtraciones sobre los polémicos decretos de vacunación obligatoria contra la covid-19.
El horror ante la pesquisa orwelliana lo describe Navarro con palabras adecuadas para empezar a escribir el libro sobre el paso de Chaves por una de las democracias más sólidas del mundo: “Yo entré en pánico, llamó a la DIS. La DIS estuvo revisando. Se lo revisaron a todos los que estaban ahí, a todo el mundo, abogados, a todo el mundo”.
Quizás la filosa navaja figurativa fuera la causa por la cual la obsecuente presidenta del INS confiscó los celulares antes de una reunión en junio del 2022, y, posteriormente, ordenó la revisión de las computadoras de los directivos por miedo a una filtración del acta del día cuando se discutió el aumento salarial para más de 2.000 empleados de la empresa estatal.
Sostener el régimen de terror precisa no solo la manipulación del gabinete, también de las personas comunes, a quienes llaman “pueblo”. Chaves lo reconoció: “Nosotros no podemos gobernar o tratar de dialogar solo con la Asamblea Legislativa. No, no. Si nosotros no mantenemos al pueblo de nuestro lado, nos vamos a desmoronar; así de fácil”. Y, para ello, tiene un lazarillo, que mueve la cabeza como el perrito de los taxis, y dice: “Podemos crear la narrativa... una narrativa muy linda, apegada a lo que usted quiere”.
Quien instaura un régimen de terror también vive inmerso en el terror, no duerme, trata de adivinar conspiraciones, desconfía, mira hacia los lados, pues, como reveló el propio ministro de Comunicación, para Chaves, su equipo es “una raza de hijueputas”. Un régimen robesperriano pierde hasta el decoro.
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La autora es editora de Opinión de La Nación.