El plástico de un solo uso ha sido un elemento crucial en el combate contra la covid-19, especialmente para los trabajadores sanitarios de primera línea.
También ha facilitado la adherencia a las reglas de distanciamiento social, al hacer posible la entrega a domicilio de productos básicos, especialmente comida. Y puede haber ayudado a limitar la transmisión, al reemplazar los vasos de café y las bolsas de compra reutilizables en muchas ciudades debido al temor de que el virus pudiera desplazarse con ellos.
Pero la gran difusión de imágenes de sacos de plástico llenos de desechos médicos acumulándose fuera de los hospitales y equipos de protección personal flotando en las playas ilustran el lado oscuro del plástico de un solo uso. Si no prestamos más atención, el pensamiento cortoplacista durante la pandemia conducirá a calamidades ambientales y de sanidad pública incluso peores en el futuro.
La proliferación de desechos plásticos en las vías marítimas del planeta ya era una fuente de preocupación mundial antes de la pandemia y se urgía a las autoridades, compañías y organizaciones internacionales, como la ONU, a que tomaran medidas.
Algunos gobiernos nacionales y locales crearon impuestos y prohibiciones a los plásticos de un solo uso (aunque no todos han cumplido sus promesas). Grandes compañías han invertido en empaquetados más amigables con el medioambiente. Sin embargo, la crisis amenaza con paralizar e incluso revertir estos avances.
Si bien tomará tiempo evaluar con precisión cuánta basura plástica adicional se ha generado durante la crisis, los datos preliminares son inquietantes.
En China, el Ministerio de Ecología y Medio Ambiente estima que los hospitales de Wuhan produjeron cada día más de 240 toneladas de desechos en el periodo máximo del brote, en comparación con las 40 toneladas en tiempos normales. Basándose en estos datos, la consultora Frost & Sullivan predice que Estados Unidos podría generar el equivalente a todo un año de desechos médicos en apenas dos meses debido a la covid-19.
Entre los ciudadanos comunes y corrientes se aprecia un alza similar. En China, la producción diaria de mascarillas llegó a los 116 millones en febrero, 12 veces más que en el mes anterior. Solo durante el pico del brote se recogían a diario cientos de toneladas de mascarillas desechadas; no hay cómo saber cuántas más eran lanzadas a la basura en los hogares.
Según el Instituto Ambiental Tailandés, los desechos plásticos han aumentado desde 1.500 toneladas a 6.300 toneladas al día debido al enorme aumento de las entregas de comida a domicilio.
Para empeorar las cosas, muchos servicios de gestión de los desechos no han podido funcionar a capacidad plena debido a las reglas de distanciamiento social y las órdenes de confinamiento residencial. En varios lugares de Estados Unidos, se ha suspendido la recogida en las aceras para reciclaje, entre ellos partes de los condados de Miami-Dade y Los Ángeles.
En el Reino Unido, los vertidos incontrolados e ilegales han aumentado en un 300 %. En algunos países, las compañías que están desarrollando métodos innovadores de reciclaje y reutilización de plásticos de desecho informan de que hay una menor cantidad en los flujos de aguas de desecho, lo que sugiere que un volumen mayor de plástico estaría acabando en vertederos o filtrándose al medioambiente.
Durante la crisis resulta crucial proteger a los vulnerables, asegurarse de que los trabajadores de la sanidad cuenten con las herramientas y el apoyo para realizar su trabajo con seguridad, prevenir la saturación de los sistemas de salud pública y evitar nuevas olas de infección.
Sin embargo, al cumplir estos imperativos no debemos perder de vista los otros retos a largo plazo (y quizás mayores) a los que se enfrenta la humanidad, entre los que se encuentran los riesgos sanitarios y ambientales generados por el exceso de desechos plásticos.
El autor es presidente y director ejecutivo de la Alianza para Acabar con la Basura Plástica.
Copyright: Project Syndicate, 2020.