Columnistas

Oda a la alegría

A ratos concentro mi atención en anécdotas como la que cuento en esta columna y en sucesos parecidos

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En mayo murió el novelista británico Martin Amis. Antes de eso, había contado que a James Joyce, quien nació en 1882, los dientes le duraron hasta 1923. La pérdida, narra Amis, no le molestó gran cosa. Le dijo a su hijo, Giorgio: “No eran unos buenos dientes, de todas formas”. Además, para sus propósitos eran inútiles, sus libros no los escribió con los dientes.








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