Es conocida en el refranero popular la frase “no debe confundirse la gordura con la hinchazón”. Al igual que El lazarillo de Tormes (obra del siglo XVI y 7 capítulos), esta breve expresión es anónima y llena de sabiduría.
Abandono esta vez el discurso continuo que suelo utilizar en mis artículos y recurro al método de los aforismos, es decir, frases breves cuyo contenido es una idea concisa con un pensamiento concreto que pretende transmitir un punto reflexivo.
El mayor exponente, para mi gusto, de esta forma de escribir, fue Friedrich Nietzsche (1844-1900). Mi expectativa es que usted, estimado lector, encuentre empatía en algunos de los supuestos que expongo, ya sea porque lo ha vivido personalmente o porque se lo han contado.
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Subestimación. No debe asumirse que la humildad, la ausencia de pedantería y el comportamiento jovial son privación de inteligencia o debilidad de carácter, sino que, a menudo, lo opuesto a lo antes descrito es claro retiro de vida neurológica y se utiliza para ocultar el temor a ser descubierto en falta.
Como dice el Eclesiastés (Qohelet), hay bajo el sol un momento para todo y un tiempo para hacer cada cosa. No todo el que ha dado mucho sabe cuándo retirarse. A veces, se sobrecompensa con protagonismo lo que falta en talento, no siempre es correcto salir en la fotografía, pero tampoco el no aparecer garantiza la calidad del trabajo realizado.
Mesura y prudencia. Mientras más se cacarea la experiencia en un puesto, más inseguridad denota el pregonero. A veces, un silencio eficiente puede más que el listado de títulos y vinculaciones familiares.
Los colores verdaderos de las personas tienden a aparecer en los detalles pequeños de su comportamiento, especialmente, en cómo tratan a los más débiles en comparación con los poderosos; esa medida permite establecer un parangón de nobleza y confiabilidad.
Egocentrismo. Quienes rinden culto a las posesiones materiales, especialmente si quieren mantenerlo en secreto, pueden ser descubiertos por el desierto que cargan con su menosprecio a cualquier forma de cultura general que no reporte utilidades prácticas de ascenso social o que no sean de la disciplina específica que estudiaron en las universidades.
Hay seres humanos que orbitan sobre sí mismos, siendo per se un sistema solar por antonomasia. Solamente hablan de lo propio y de la importancia que se autoatribuyen; el diálogo es imposible dependiendo de lo que puedan obtener; fingen poner atención, en mayor o menor grado, a su interlocutor, pero siempre es un monólogo y, sobre todo, no admiten un yerro y menos una clara equivocación.
Pero resulta que no es lo mismo la gordura que la hinchazón, la gimnasia que la magnesia, la franqueza que la franquicia, el rumor que el humor, la actitud que la aptitud, la moda que la poda, la afectación que la aceptación, la vetustez que la robustez, la erudición que la altivez. Es solo que algunas personas no han sido notificadas de estas diferencias.
El autor es abogado.