Mi clan familiar sigue muy de cerca la política estadounidense. Yo estudié y trabajé allá, uno de mis hijos nació en Washington, una hija desposó un californiano de origen irlandés, tengo nietos rubios y morenos (melange) y todos cultivamos distintas formas de pensar. Somos como un célula de la sociedad: hijos de descendientes europeos, dreamers, migrantes latinos por consanguinidad y afinidad en fraternal diversidad ideológica y política: unos republicanos; otros demócratas.
Nuestras discusiones nunca son anodinas. La semana pasada vimos los debates entre precandidatos del Partido Demócrata. ¿Quiénes salieron victoriosos? ¿Habrá, al fin, una finalista contra el republicano? Coincidimos en que, como era de esperar, todos se lanzaron a darle a Trump por la trump, pero esta vez surgió algo diferente: hubo café con aroma de mujer.
En la primera soirée, Elizabeth Warren emergió como la más diestra polemista; en la segunda, Kamala Harris puso en aprietos al veterano Joe Biden, actual puntero en los sondeos. Con aplomo y personalidad, le cuestionó su visión pasada sobre la segregación racial y otros pecadillos. A nuestro modo de ver, fue la gran ganadora.
Los debates, empero, no siempre son definitorios y es temprano para cazar apuestas, mas el Joe Biden de hoy no es el mismo que vimos demoler a Paul Ryan, compañero de derrota del republicano John McCain, en el 2012. La tiene más difícil, no tanto por su visión pasada y su adictiva galantería con las mujeres (siempre a flor de labios), sino por la brecha generacional e ideológica. Los jóvenes marchan a la izquierda (aunque Bernie Sanders, otro líder antañón, es el más socialista de todos) y favorecen reformas que, en un país de tradición capitalista, serían muy radicales.
LEA MÁS: En guardia: Vaticinios económicos dubitativos
Elizabeth Warren, ya no tan pollona, quiere desnudar a Wall Street; muchos endosan la radical agenda verde de Ocasio-Cortez; otros auspician la gratuidad de la enseñanza universitaria sin prever de dónde saldrían los fondos; puertas abiertas a la migración, seguro social gratuito para todos (incluidos migrantes ilegales), derogar la baja de impuestos, aumentar el número de magistrados para diluir la composición ideológica de la Corte Suprema y demoler el Colegio Electoral, bastión de la federación. ¿Seducirían Elizabeth o Kamala a los independientes y demócratas conservadores? ¿Seguirían a Joe los jóvenes rebeldes? Irónicamente, cualquiera de ellos podría favorecer a los republicanos en el 2020.
jorge.guardiaquiros@yahoo.com
El autor es abogado y economista.